La ciudad más antigua de lo que hoy son los Estados Unidos de América se llama San Agustín, fundada por los conquistadores españoles en 1565, lo cual tiene mucha lógica, pues, aparte de los pobladores originarios, la presencia hispana en lo que devendría territorio estadounidense es anterior a la anglosajona. De hecho, hay muchos estados que fueron hispanos o mexicanos, antes de pertenecer a los Estados Unidos, y que fueron incorporados al país del norte después de varias guerras. Por eso, no tiene una coherencia histórica el hecho de que el presidente Donald Trump haya vuelto a cerrar la página web en español de la Casa Blanca.
Más aún, como ha destacado Luis Alberto Ambroggio (de la Academia Norteamericana de la Lengua Española), la capital de esa nación se llama Washington D. C. “porque fue creada por un inmigrante hispano de origen navarro, Pedro Pablo Casanave, quien eligió el 12 de octubre de 1792 para colocar la primera piedra de la Casa Blanca y así fundar la capital de los Estados Unidos con el nombre de Washington, en el día de Colón, distrito de Columbia”. Como se ve, lo español se halla en el surgimiento mismo de la nación norteamericana. Y actualmente Estados Unidos es el segundo país hispanoparlante del mundo.
The Hispanic Council asegura que hay 43 millones de hablantes fluidos de español en los Estados Unidos, los que aumentan a 57 millones si se incluyen aquellos que poseen conocimientos limitados de la lengua. Para el año 2050, las proyecciones apuntan a que 138 millones hablarán español en los Estados Unidos. Y es que el español y el inglés, aunque lejanos, comparten un parentesco desde hace tres mil años porque provienen de familias lingüísticas enraizadas en el indoeuropeo. Francisco Moreno Fernández señala que la primera unidad monetaria de los recién creados Estados Unidos fue el dólar español, derivado del tálero europeo.
Los nombres de los estados de California, Colorado, Florida, Montana, Nevada, Tejas y Arizona son originarios del español; lo mismo las ciudades Buena Vista, El Paso, Alamo, Fresno, Las Vegas, San Antonio, San Francisco, San Diego, Santa Fe. En el habla de los cowboys, vienen del español las palabras en inglés jinete, corral, desperado, lasso, ranch, rodeo, stampede; como sucede también con palabras geográficas y meteorológicas: arroyo, breeze, canyon, mesa, playa, sierra, tornado, hurricane; allá hay animales que se llaman armadillo, barracuda, burro, mosquito, llama, iguana; y se comen tacos, quesadillas, cilantro, nachos y se toma piña colada.
En la cultura norteamericana conviven el “Hasta la vista, baby” del actor y político austríaco-norteamericano Arnold Schwarzenegger y el There are no birds in last year nests –versión de “En los nidos de antaño, no hay pájaros hogaño”, el último de los refranes citados en el Quijote–, lo que comprueba que el español dejó de ser hace mucho tiempo una lengua extranjera para pasar a ser una segunda lengua del país norteamericano. Independientemente del grave problema migratorio en las Américas, la posibilidad del bilingüismo constituye una ganancia que debe ser aprovechada y estimulada por todos los americanos. (O)