Donald Trump ganó con un buen margen y tendrá mayoría en las dos cámaras del Congreso, aunque en cualquier sistema un exceso de poder nunca es deseable y se requiere de sabiduría para manejarlo adecuadamente. Resultado cercano al de las apuestas; la gente puede divagar cuando le preguntan en las encuestas, pero menos cuando pone su dinero en juego.

Recordemos que el sistema electoral americano es indirecto, los padres fundadores lo instauraron para mantener cierto equilibrio entre los estados. Tomemos un caso: California tiene (aproximadamente) 40 millones de habitantes y Montana 1 millón, 40 veces más, con lo cual en una elección directa el presidente sería mayoritariamente electo por California y casi nada por Montana. Pero en realidad cada estado envía al Colegio Electoral (que “elige” al presidente) delegados que representan a quien ahí ganó la mayoría, California 55 representantes y Montana 3, relación de 18 a 1, es decir, el peso de California es menor que en la votación directa de los electores, lo que tiene sentido en el marco de un Estado federal. Trump ganó en la votación directa e indirecta, y eso es sano para evitar discusiones de imaginarios fraudes.

Auge y decadencia del ‘woke’

¿Por qué ganó? Los especialistas lo dirán en sus análisis, solo señalo quizás: que los demócratas perdieron apoyo en comunidades específicas (latinas, árabes/musulmanas, judías, etc.), la inflación que azotó al país por el mal manejo del gobierno y la Reserva Federal, un mejor uso de los republicanos de las redes sociales, el presentar a Trump como un monstruo porque la gente repele la falsedad, tal vez los EE. UU. no está listo aún para una mujer presidente, el sencillo hecho que tal vez Trump sí conecta con una mayoría de americanos en sus preocupaciones (ejemplos: seguridad, fronteras, discurso político) aunque a otros les parezca aberrante ... y muy probablemente el temor de cómo los demócratas se han movido cada vez más hacia la izquierda y al pensamiento woke, que va en contra de sus valores.

¿Qué enfrentará y hará Trump? Uno, un mundo convulsionado: Rusia contra Ucrania y Putin queriendo mantener un imperio que ya no es, China y sus (malas) movidas geopolíticas, Irán y su apoyo a la desestabilización, Corea del Norte y sus peligrosos “juegos infantiles”, el conjunto del Medio Oriente, África con graves sacudidas internas aunque lo ignoramos, el socialismo del siglo XXI, y más... ojalá ponga firmeza donde se requiere (ejemplo: con China) y con más sutileza en otros casos (ejemplo: relación con Europa). Dos, el enorme peso de la deuda estatal que requiere sin duda ajustes importantes en gasto y regulaciones (¿Elon Musk dirigiendo ese objetivo?). Tres, la migración cuya solución no es ni dejar entrar libremente ni expulsar masivamente. Cuatro, temas globales como el cambio climático que requieren acciones distintas a las que hoy se manejan. Cinco, cuidado con el aislamiento y las guerras comerciales, todos perdemos. Seis, cuidado consigo mismo y no dejarse llevar por impulsos de una personalidad compleja, más con tanto poder, tentaciones antidemocráticas y querer profundizar divergencias. Para los anti-Tump: la presidencia de Kamala hubiera sido peor para EE. UU. y el mundo. Para Ecuador posiblemente más apoyo con Trump. (O)