El día 9 de enero, el presidente Daniel Noboa decreta conflicto armado no internacional, además declara terroristas a un grupo de bandas criminales, a partir de entonces el Ecuador se encuentra en un estado de guerra interna. ¿Era necesaria esta acción?

Días antes del Decreto 111 el país vivió una ola de atentados con carros bomba en varias ciudades del país; uno de los criminales más peligrosos del país escapó (aún no han explicado cómo pudo escapar), nuevamente hubo motines en las cárceles, y como nunca en nuestra historia, un grupo de terroristas ingresó a un canal de televisión para tomarlos de rehenes, mientras transmitían en vivo. Algunos de estos hechos se han repetido a lo largo de dos años, sin embargo, en esta ocasión estos hechos se experimentaban como un nuevo pico de violencia, lo percibíamos como que se hubiese desbordado, y las instituciones del Estado no solo que no podían controlarlo, sino que habían sido penetradas y manejadas por el narcoterrorismo. El peligro de esta sensación es que, ante el imaginario de la ciudadanía, a nivel simbólico, el Estado había sido derrotado, no tenía capacidad para enfrentar al peligro que nos amenaza y sobre todo no estaba cumpliendo con su misión más básica: seguridad, vida y justicia; por lo que la legitimidad de su existencia se ponía en duda.

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Una sociedad deshonesta

En este sentido, la decisión del presidente Daniel Noboa es absolutamente necesaria. El Estado debe desplegar su fuerza, para reiterar su presencia, y recobrar la confianza sobre la necesidad y legitimidad de su existencia. Sin embargo, si bien ha sido necesaria la acción emprendida, no debemos ser ingenuos y pensar que esto acabará con el narcotráfico, con las bandas criminales y la droga. Si algo nos muestra la experiencia de países vecinos es justamente que la “guerra contra las drogas” no se gana. Entonces, para qué la guerra.

A corto plazo el Estado recupera su presencia física y simbólica en el país, reafirmando su principal deber de proveer seguridad y proteger la vida. Pero esto no será suficiente si no asegura su segunda función vital, la justicia. Luego de lo revelado por el caso Metástasis, el estado de guerra debería ser aprovechado para una purga dentro de la Función Judicial, una reforma a su institucionalidad, y acciones claras contra la corrupción en todas las instituciones del Estado.

Empresa: protección y defensa

En tanto, necesario liderazgo político. ¿Cómo es posible que se declare guerra sin que la firma del decreto sea acompañada por un mensaje a la nación? La palabra unidad ha ganado espacio en el debate público, pero cómo es posible que no exista una sola imagen del presidente acompañado de las cabezas de las otras funciones del Estado brindando un mensaje claro a la ciudadanía. La unidad no se alcanza sola, es necesaria una acción política que logre acuerdos sobre objetivos a corto, mediano y largo plazo para transformar la situación actual. ¿Cuáles son estos objetivos?, ¿existen? ¿Por qué no se ha articulado el Gobierno central con los gobiernos locales? Son necesarias políticas de Estado sobre educación y productividad. Por último, la situación actual, y frente a las experiencias de otros países, es el momento para una amplia discusión sobre legalización de ciertas drogas. (O)