Pocas cosas son tan radicalmente necesarias como la de tomar partido por la democracia, en especial en estos momentos en que es amenazada. La democracia implica, entre tantas oportunidades de plenitud, vivir en paz.

El compromiso por este sistema político debe ser aún mayor que cualquier otro valor en las actuales circunstancias, porque lo contrario a ella es el caos absoluto que nos condenará a un régimen totalitarista. ¿Queremos eso?

Y si ensayamos la democracia...

Recuerdo malos ratos en los gobiernos anteriores. Quién no tiene presente las vulgaridades de ciertos presidentes, los innecesarios discursos provocadores a la oposición, las amenazas a periodistas, el riesgo que corrimos como país por la celebración de varios pactos económicos con otros Estados que no trajeron al país beneficio alguno. Qué decir del poder legislativo, una variedad de fallidas deliberaciones acerca de normas jurídicas que realmente importa, rostros ensangrentados por violencia, haber tumbado cortes de justicia, cortes constitucionales y hasta presidentes. Lo dijimos siempre, antes y ahora, nos haya gustado o no, todo presidente, a excepción de lo que establece la Constitución, debe terminar su periodo. En las democracias no puede haber camionetas derrocadoras. Y que no se me olvide nombrar, ¿se acuerda de los famosos mandatos constituyentes?

La historia nos habla

Miremos bien y tomemos partido. En este ciclo de nuestra democracia podemos entender cómo la pandemia, la guerra de Ucrania y el exceso de deuda que dejaron los dos gobiernos anteriores no le permitió a este último iniciar con prosperidad económica. ¿Lo entendemos en serio? Confieso que se necesita ser algo experto en esta materia. Le toca al Gobierno comunicarlo.

Echar una mirada reducida del presente nos lleva a tomar una posición barata y cómoda.

Mientras tanto a nosotros nos toca, como deber cívico, identificar qué o quiénes son los opositores hoy de la democracia. Deliberadamente escojo la palabra democracia y no presidente, porque esto va más allá de lo personal. Sí, es que hecha esta aclaración hay que decir que resulta extraño que las voces son de quienes no quieren, no pueden o no saben mantenerse demócratas.

Cuba: votar en dictadura

La oposición de hoy es contra un presidente o es un contra un sistema. ¿Alguien se nos ha presentado con una propuesta integral a nuestros real problema que es la delincuencia organizada o acaso las narrativas no pasan de ser un intento de sostener esos golpes permanentes de no dejar trabajar en paz.

Si a usted, o a mí, no nos gusta el presidente, porque piensa de él lo que sea, castíguelo en las urnas o no le hable si lo ve en la calle. O si cree que debe irse ahora a su casa, pero asimismo desea que a usted y a su familia le respeten sus derechos por siempre, entonces que el camino de salida del Ejecutivo sea en derecho, no por otra vía.

Echar una mirada reducida del presente nos lleva a tomar una posición barata y cómoda. Luchar por la democracia es un compromiso de vida. Tal vez parecido al amor o al matrimonio, no será que desecha la familia a la primera crisis. Hay que pelear la democracia en lo duro, en la tormenta. La fidelidad debe ser radical porque las tentaciones al caudillismo y gobernar por afectos y desafectos vienen siendo muy grandes y miserables. Hay que tomar partido por la democracia porque eso es lo que nos merecemos. (O)