El mes de junio es un mes especialmente importante en los Andes. Se celebra el Inti Raymi en Perú, Bolivia y Ecuador. Es una fiesta-ritual que pasó de estar circunscrita a las comunidades indígenas a ocupar poco a poco ciudades importantes como Cuzco y Quito; a formar parte de ritualidades estatales. En la colonia algunas de las prácticas rituales indígenas no fueron prohibidas, y las utilizaron para la celebración y ritualidad del Dios católico. Hoy, la ciudad imperial Inca atrae a miles de turistas para ver un espectáculo que rememora la religiosidad del Tahuantinsuyo. La presencia del Inti Raymi nos debería obligar a preguntarnos sobre nuestra concepción de lo sagrado en los Andes. No es una pregunta sencilla, que de liberarse de sus eslóganes ideológicos.

Durante el Inti Raymi en las comunidades de Cotacachi se baila con fuerza hasta el cansancio, se zapatea mientras se grita en kichwa, se danza en círculos repetitivos durante días consecutivos, se escucha la flauta, el rondín y el churo; se ocupa el espacio comunitario y la plaza de la ciudad. Y también los danzantes rezan al Dios católico, se persignan, se consagran, piden la bendición, se santiguan, recitan el padrenuestro; la santa trinidad está presente en todo el ritual, en el baño ritual, cuando las danzantes salen de sus casas y antes de entrar a la ciudad. El año anterior, presencie una ceremonia en el borde del lago Cuicocha, y si bien las deidades a quienes se invocaba eran los apus andinos, el sol y la luna, la estructura ceremonial no era distinta a la de una misa católica. El Inti Raymi es celebrado con prácticas católicas, el Dios católico es celebrado en el Inti Raymi.

Según el sesgo de cada uno, esto será interpretado de diferente manera. Unos verán resistencia al régimen colonial y cerrarán los ojos frente a todo el simbolismo católico que las comunidades celebran. Otros verán la conversión al catolicismo de las comunidades. Entre los comuneros se escucha negar el nombre de Inti Raymi, y lo defienden como San Juan. Solo al intelectual soberbio lo calificaría como un sujeto colonizado para arrebatarle la concepción sagrada de su acto. La comprensión de lo sagrado en los Andes nos invita a pensarnos y esclarecer nuestra relación con el pasado.

En Cotacachi, con el mismo fervor y devoción que el Inti Raymi, la Semana Santa es festejada con una riqueza simbólica sin igual. Así mismo, en los Andes es la incorporación del toro a la dimensión sagrada de los pueblos indígenas. Los toros populares, la vaca loca, el turupukllay, son parte de la religiosidad andina, que incorpora de alguna manera al toro, un animal llegado en la conquista, a nuestras prácticas rituales y, por lo tanto, sagradas. El toro pasó a ser parte de un conjunto de mitos y ritos, se volvió una deidad que habitaba estas tierras desde tiempos prehispánicos.

La comprensión de lo sagrado en los Andes y sus pueblos indígenas merece ser abordada con más seriedad. Reducir el tipo de ritual, que es el Inti Raymi, a un mero acto de resistencia o agradecimiento a la Pachamama, es como decía Eliade, arrebatarle a los pueblos su capacidad de abstracción intelectual sobre el orden del cosmos. (O)