Este próximo lunes 9 de septiembre todos los ecuatorianos presenciaremos el resultado de una justicia que verdaderamente funciona: la sentencia de Carlos Pólit Faggioni, el contralor 100/100 del correísmo. La próxima semana también volveremos a escuchar las mismas descabelladas racionalizaciones de los apologetas de la década perdida. Oiremos nuevamente decir que Pólit nunca fue realmente parte de la Revolución Ciudadana, sino que fue un desconocido escogido por Lucio Gutiérrez. Oiremos decir que Pólit actuó solo y que poco importa que los mismos testimonios que lo condenaron en Estados Unidos hayan señalado que Jorge Glas recibió no menos de 18 millones de dólares. Oiremos decir que es irrelevante que esos testimonios sean congruentes con los videos donde el tío del susodicho negoció millonarias coimas. Oiremos decir que no importa que todos los sobornos por los que Pólit será encarcelado ocurrieron durante el correato, y que fueron de tal magnitud que este individuo no tuvo problemas en presentar una fianza de 14 millones de dólares y luego ofrecer otra de 25 millones de dólares. Y es que no podrán hacer otra cosa sino repetir lo mismo una y otra vez, creyendo que somos tan tontos como para no entender que esta histórica condena ha confirmado lo que la justicia ecuatoriana en su momento también concluyó: que en Ecuador operó una red de corrupción al más alto nivel. Que nos gobernó una mafia.
Este 9 de septiembre también será un buen día para recordar y darles las gracias a los valientes miembros de la Comisión Nacional Anticorrupción, quienes nueve años atrás fueron condenados por “difamar” al flamante contralor Carlos Pólit. Ese fatídico 20 de abril de 2017, los señores Germán Rodas Chaves, Simón Espinosa, Fernando Vega, Byron Celi y Ramiro Román y los hoy fallecidos Julio César Trujillo, Isabel Robalino, Jorge Rodríguez y María de Lourdes Arboleda tuvieron que soportar la infamia de ser condenados a un año de prisión por el “delito” de denunciar lo que ahora la justicia norteamericana confirmó. A este insulto se le sumó otro: que el contralor criminal haya “magnánimamente” solicitado suspenderles la pena. ¡Cómo dan vuelta las cosas!
Este lunes 9 de septiembre, por lo tanto, debe servir de advertencia para todos los que hoy se creen “intocables”. Todavía hay grandes mafias, viejas y nuevas, que utilizan el poder para pervertir a la justicia. Algunas están infiltradas en las instituciones del Estado. Otras en los tribunales. Otras en el sector privado. Pero el mundo es como una rueda que gira y gira y los que hoy están arriba muy pronto estarán abajo.
Las historias de Jorge Glas, Pablo Muentes y, por supuesto, de Carlos Pólit deben servir de moraleja para todos aquellos delincuentes de terno y corbata que desde sus altas esferas creen que escaparán de la justicia.
Pero Boecio tenía razón cuando escribió: “Yo conozco los engaños de la Fortuna, aquella dama monstruosa que imparte suaves caricias a los mismos que planea engañar, para luego repentinamente abandonarlos sumidos en insoportable agonía”. (O)
