Alberto Dahik Garzozi

Se escuchan ya voces en el sentido de que las mesas de negociación no han satisfecho a los miembros de las tres organizaciones que ahí han concurrido teniendo como contraparte a miembros del Gobierno. Y también se escucha la amenaza de un nuevo paro.

Hay muchas gestas violentas en la historia de una república que pueden ser históricamente justificadas. Comencemos con el 9 de Octubre, que abre el camino a la libertad del Ecuador, o el 24 de Mayo, que sella esa libertad.

Movimientos como las valientes marchas de las mujeres de Guayaquil acabaron con la dictadura de los años 60, sin la violencia que hemos visto en otras ocasiones. La Revolución juliana no fue un episodio de un “grupo” o sector, sino un hecho histórico que dio luego paso a profundas transformaciones de la sociedad ecuatoriana. Pero los “paros” de la Conaie, en los cuales se ha visto con enorme claridad el uso de tácticas de guerrilla urbana, de operativos que implican entrenamiento y no espontaneidad, son harina de otro costal. Las protestas en Chile, que fueron simultáneas a las del año 2019 que casi tumban al Gobierno de Lenín Moreno, fueron descritas como un levantamiento del pueblo chileno. Pero llama enormemente la atención que a la misma hora, con precisión militar, usando los mismos acelerantes, se incendiaron varias estaciones del metro de Santiago. Eso no es protesta popular; eso es vandalismo programado, con intenciones anárquicas.

Los dos últimos levantamientos de la Conaie están muy lejos de ser protesta civilizada y de ser derecho legítimo a la protesta.

Los dos últimos levantamientos de la Conaie están muy lejos de ser protesta civilizada y de ser derecho legítimo a la protesta.

La muy posible falta de acuerdos que se dará en varios puntos de los que se han planteado en la mesa de diálogo jamás pueden justificar que se mencione siquiera otra “movilización”, pues si en la del 2019 hubo actos terroristas, la segunda, del 2021, demostró que la primera fue más que planificada y aceptada como la forma en que ellos ven correcto “protestar”.

Lo que los grupos que dialogan plantean respecto a minería, a producción de petróleo, a controles de precios, a mantenimiento de subsidios son temas que le tocan a un Gobierno decidir, con el respaldo de la votación que le da a ese Gobierno un mandato legítimo. Estos grupos han descubierto cómo gobernar sin ganar elecciones, cómo imponer su agenda sin ir a las urnas: mediante el miedo, el secuestro del Gobierno y la destrucción de nuestra sociedad.

De ahí que los “diálogos”, si fracasan, jamás pueden ser licencia para otra “movilización”, que no es más que una nueva amenaza, un nuevo intento de someter a la legítima autoridad a una agenda que no es la del pueblo ecuatoriano ni la de las mayorías. Y todo lo anterior se magnifica cuando nos damos cuenta de que Pachakutik en la Asamblea no ha presentado proyectos de ley para hacer que las ideas que tratan de imponer luego con la violencia se transformen mediante los legítimos caminos constitucionales y legales en políticas del Estado.

León XIII, el papa bajo cuyo pontificado nace la Doctrina Social de la Iglesia, decía: “Sin autoridad no hay sociedad”. Meditemos si debemos permitir que no seamos más una sociedad viable. (O)