Como Función Legislativa por la “muerte cruzada”, tampoco el Ejecutivo, los actores políticos se anularon. No debe ni puede morir, está vacía producto de las malas actuaciones de exasambleístas manejados por intereses ambiciosos que quisieron asaltar el poder, no cumplieron su compromiso y transgredieron leyes. Mientras la inseguridad nos mata. Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo alemán, dijo: “Dios ha muerto”, no quiso decir que ocurrió, sino que la idea de Dios y sus mandamientos no estaban siendo acatados como códigos morales por la sociedad.

Algunas organizaciones políticas contemplan realizar sus elecciones primarias al inicio de junio

Cierto que el presidente de la República no ha cumplido la mayoría de promesas que lo llevaron al poder; también es cierto que la Asamblea Nacional bloqueó la mayoría de propuestas enviadas por el Ejecutivo, paralizando al país, sin poder llegar a acuerdos que permitan cumplir los objetivos de bienestar y seguridad. Fue visible algunas intentonas de sacar del poder al presidente, pero la más incoherente fue llevarlo a juicio político con base en un supuesto “peculado” por un contrato de transporte marítimo de petróleo de la empresa pública Flopec.

Al final el presidente usó el art. 148 de la Constitución y disolvió la Asamblea Nacional invocando grave crisis política y conmoción interna y llamó a elecciones anticipadas; a esta acción la llamamos comúnmente muerte cruzada, que es el cese abrupto de funciones de los asambleístas y en corto tiempo del presidente de la República. Es un mecanismo democrático que se accionó por presiones y apremios políticos, que perjudican al desarrollo por la incertidumbre que genera una próxima conducción política.

Impugnaciones a resultados serán el elemento gravitante para la fecha en que se posesione la próxima Asamblea Nacional; en noviembre Ecuador podría tener en funciones a los 137 nuevos legisladores

Estamos en calma-chicha (sin viento ni corriente marina) recibiendo con sorpresa noticias de aspirantes a candidatos para ser las nuevas autoridades de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Mientras esperamos la incertidumbre crece, la inseguridad incrementa por las acciones terroristas de la delincuencia, a pesar de que se endurecen los manifiestos políticos de “mano dura”. A veces, no entiendo por qué ciertas autoridades hacen un despliegue de conocimiento y terminan diciendo que la seguridad es responsabilidad de todos. ¿Debemos dejar nuestras actividades para trabajar en seguridad?

Algunos ecuatorianos sí han muerto y cualquiera podría morir por acciones terroristas.

¿Pero, quién tiene el monopolio para aplicar la fuerza? El Estado. El politólogo alemán Max Weber, en su ensayo La política como vocación (1919) dijo: “El Estado es la fuente de la legitimidad del uso de la violencia. La policía y los militares son sus principales instrumentos, pero esto no significa que solo la fuerza pública puede ser usada: la fuerza privada (como en la seguridad privada) se puede utilizar también, siempre y cuando sea autorizada por el Estado. Es decir, la aplicación concreta de la violencia se delega o se permite por el Estado”.

Las funciones Legislativa y Ejecutiva no han muerto. Algunos ecuatorianos sí han muerto y cualquiera podría morir por acciones terroristas. En esta calma-chicha asoman futuros presidenciables y asambleístas con un enorme ego que les impide concertar o unirse en un frente de esperanza para la estabilidad democrática y el combate al terrorismo que nos paraliza. ¡Promesas al viento! (O)