Todos los seres humanos deberíamos volcar nuestro interés a la educación como la respuesta a miles de problemas, pero no una educación relacionada directamente a una escolarización obligatoria que en sí misma satisface una brecha y soluciona un problema, ya que en miles de casos es precaria e irreal para lo que van a enfrentar los niños cuando aquella termine y lleguen otros retos llamados universidad, supervivencia y trabajo.

La educación con creatividad es la base del desarrollo, que se complementa con otras necesidades y derechos.

Los sistemas educativos actuales fueron creados por una necesidad producto de la revolución industrial, en el siglo XIX, bajo la premisa de que las materias que son más utilizadas para el trabajo en el campo de la industria eran las más importantes, anulando o desmereciendo así aquellas asignaturas que se desarrollaban en el otro hemisferio del cerebro.

Existen otras necesidades que se complementan a la educación tradicional, tales como una nutrición óptima, entender el entorno en el que nos desarrollamos que no es favorable y, por último, educar con una perspectiva de creatividad que permita resolver problemas que varían permanentemente dependiendo de múltiples circunstancias.

Los niños se adaptan de manera excepcional y tienen la capacidad de encontrar remedio al aburrimiento con tan solo sacarlos a un patio para que la mente se ingenie para divertirse con objetos simples a la mano, y eso sucede porque tienen un talento infinito que a veces se desperdicia, no solo por el excesivo uso de aparatos electrónicos, sino también por lo acelerado del mundo que produce desatención y falta de guía por parte de los adultos, sumados a la violencia, la desnutrición y la pobreza.

Quizá entonces, no solo necesitamos “educación” que se estanca ante las necesidades de cambio y la realidad, necesitamos un cúmulo de actividades cerebrales desde el inicio del desarrollo para que los niños piensen más allá del cálculo y la ortografía y tengan capacidad de resolver e identificar problemas sociales, culturales, naturales y que superan a lo contenido en un libro que es el punto de partida. Una realidad que se trunca del todo en el Ecuador si hay niños que no logran pisar la escuela, otros que la abandonan por factores dolorosos, y un 25 % de niños menores de 2 años sufre desnutrición según las cifras oficiales.

Los niños deberían educarse sin miedo a equivocación, que no tiene que ver con creatividad per se, pero sí con el hecho de que con cada idea que fracasa están más cerca de encontrar ese propósito necesario para mejorar su entorno y así entender que el primer paso es ayudar y, luego, la recompensa económica llega por añadidura sin creer que solo un título garantiza un trabajo, cuando nada lo hace, ni siquiera la especialización máxima.

El experto en creatividad, escritor y educador británico Ken Robinson dice que la educación ha minado la mente humana como los seres humanos a la tierra, para una única finalidad: estudiar para poder trabajar y producir, y eso no es sostenible a lo largo del tiempo.

Debemos redefinir los principios y prioridades bajo los cuales planteamos la educación, entendiendo que la educación con creatividad es la base del desarrollo, pero que se complementa con otras necesidades y derechos. (O)