La ley Genius, actualmente en el Congreso de Estados Unidos de América, cuenta con el respaldo de republicanos y demócratas, fue aprobada en el Senado con una votación contundente de 68 a 30, cuenta con el apoyo del presidente Donald Trump y será debatida a partir del 14 de julio, durante la que ha sido llamada por la Cámara de Representantes como la “Semana Cripto”. La ley es mucho más que una regulación de stablecoins (monedas virtuales indexadas a activos de valor estable). Es el ariete de la estrategia estadounidense para reafirmar la supremacía del dólar en la era digital, una respuesta contra el avance del yuan chino y un catalizador para una disrupción financiera sin precedentes, con profundas implicaciones para las economías dolarizadas de América Latina.
Al exigir reservas 1 a 1 con activos líquidos como los bonos del Tesoro, la ley busca crear un “dólar digital” de facto: a ser emitido por el sector privado, pero con la confianza y supervisión del Estado. Su vigencia estabilizará una porción del volátil mercado de criptomonedas y generará una nueva y masiva demanda de deuda estadounidense, apuntalando las finanzas de EE.UU.
Respecto a la banca tradicional, la ley desata contra ella una feroz competencia. Las FinTech, con su agilidad y su orientación a mejorar la experiencia del usuario, competirán directamente con los bancos en la intermediación de pagos. El resultado probable sería la creación de un ecosistema híbrido, en el que coexistirían varias estrategias competitivas. Los bancos se verán forzados a competir, a convertirse en la “plomería” regulatoria invisible que da soporte a las FinTech, o a quedar rezagados por resistirse al cambio. Se dará, por tanto, una nueva dinámica competitiva a tres bandas entre bancos, FinTech y gigantes tecnológicos, todos luchando por dominar la nueva y eficiente capa de transacciones digitales.
Este nuevo ecosistema alterará grandemente los flujos de capital. Si bien no eliminará el rol de organismos multilaterales como el FMI, cuyo papel como certificador de políticas y prestamista de última instancia seguirá siendo único, sí abre una vía revolucionaria para el financiamiento soberano. Para las economías dolarizadas de América Latina, como Ecuador, Panamá o El Salvador, surge una gran oportunidad. Sus gobiernos podrían tokenizar (convertir los derechos sobre un bono, una acción o un inmueble en una ficha digital única y segura, llamada “token”, que se registra en una blockchain) su deuda soberana y ofrecerla directamente a un mercado global de inversores mediante las plataformas de stablecoins reguladas. Estamos ante una potencial desintermediación de la costosa banca de inversión tradicional, para un acceso al capital más amplio, barato y eficiente.
En definitiva, la ley Genius no solo busca regular; busca reinventar. Al hacerlo, redibuja el mapa financiero global, asegurando que, si el futuro del dinero es digital, este siga hablando en dólares. Que sea una oportunidad para nuevos y más convenientes modelos de endeudamiento para el Gobierno del Ecuador, sus empresas y emprendedores. (O)