Sí, las guerras conllevan muchos peligros y hay que procurar evitarlos o, al menos, no ahondarlos, y, si es posible, corregir los errores.

Me parece que el Gobierno del Ecuador todavía no ha valorado suficientemente la gravedad del reclamo formal que nos ha hecho Rusia al señalar que es un “acto poco amistoso” el de Ecuador de enviar armamento de fabricación rusa a Ucrania, que está en guerra con Rusia.

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La canciller ha tratado de minimizar los hechos diciendo que se trata de material “chatarra” que se enviaría a Estados Unidos a cambio de material nuevo. Parece que esa no es una excusa válida, porque si se tratara de “chatarra”, bastaría con destruirla aquí en Ecuador.

Se comprenderían mejor las cosas si supusiéramos que se tratara de material americano, fabricado en Estados Unidos y quisiéramos enviarlo a Rusia. Sería eso un absurdo que no lo aceptaría Estados Unidos.

Sin razón, nos estamos mezclando en una guerra entre las mayores potencias militares, nucleares, del mundo. No sabemos, porque no hay información oficial, si ese material bélico está todavía en Ecuador, con lo cual la solución sería fácil porque bastaría con no enviarlo, pero, si ha sido enviado, el Ecuador debería exigir el compromiso de Estados Unidos de conservarlo en su territorio, de no transferirlo a terceros o devolvérnoslo y, en ningún caso, enviarlo a Ucrania.

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Es práctica mundial, especificada en los contratos respectivos, que el armamento adquirido a una potencia, a sus fabricantes, no pueda ser transferida a un tercero sin autorización del fabricante, del vendedor. Al Ministerio de Defensa, a la Junta de Defensa les corresponde verificar si en los contratos de adquisición a Rusia no existe esta prohibición, lo cual sería raro, pero aliviaría un poco las cosas, aunque eso no alteraría el problema de fondo, que es el de no tomar partido por una de las partes en conflicto, porque, al hacerlo, dejaríamos de ser neutrales en la guerra.

El Ministerio de Relaciones Exteriores cuenta con antiguos funcionarios que pueden asesorar muy bien en estos términos tradicionales de la diplomacia: de neutralidad y actos no amistosos, o poco amistosos.

Desafiando al Imperio

Ser neutrales no significa no tener simpatía por la causa de nuestras preferencias, por aquellas acordes con nuestros sentimientos personales y formación humana. Significa mantenernos como Estado, voluntariamente, apartados de un conflicto internacional; menos todavía, participar en él cediendo a presiones externas; en eso radica el patriotismo, en no poner en riesgo la seguridad nacional, primeramente, y luego tampoco nuestros intereses comerciales; Rusia es el principal comprador mundial de nuestro banano e importante de otros productos que son fuente de divisas.

En el campo del derecho internacional, debemos permanecer fieles a nuestra antigua tesis de que son nulas las adquisiciones territoriales por medio de la fuerza. Así lo hemos manifestado permanentemente, desde cadetes en el colegio militar y en las aulas universitarias. Es el derecho la fuerza de los débiles. (O)