La información es poder, quien la proporciona ejerce un poder, igual el que la niega, o la divulga. Por eso el poder de las redes sociales, hasta que este no sea aprendido por quienes las utilizan y se nutren de él, es peligroso. Puede acabar con personas, funcionarios, autoridades y líderes; o también puede encumbrarlos y convertirlos en objeto de mitos, que como globos inflados se alzan en el horizonte se alejan y estallan.
Emergencia eléctrica y coherencia política
La ausencia de información es un agujero negro que alimenta rumores y engulle todo a su paso. Cual si fuera un universo paralelo, en las sombras.
Definitivamente la información es un polvorín que hay que manejar con cuidado y transparencia. Y esta falta en estos momentos en el país.
Necesitamos información equilibrada y objetiva que nos ayude a comprender los problemas, a buscar alternativas, oportunidades y diseñar soluciones posibles. Frente a la crisis energética y a la de seguridad no solo necesitamos opiniones, sino claridad en el conocimiento de lo que sucede. Las causas y posibles caminos que hay que construir.
Para sacar adelante este país requerimos un baño de verdad. ¿Alguien se atreverá a dar el paso y decir que estamos mal, heredamos problemas y obras mal hechas y que no hemos sabido gestionar los tiempos ni medir las posibilidades? Nos equivocamos y necesitamos mejores personas y mejor preparadas. O solo se considera importante ganar las elecciones en un país quebrado. Es curioso que a mayor cantidad de problemas, mayor cantidad de candidatos salvadores, mientras el país esquiva y va a la deriva en medio de tormentas sociales, económicas, de seguridad, peores que el huracán Milton. Sí, estamos en guerra, no solo contra las mafias, sino contra la ineficacia, la corrupción y la ignorancia en el manejo de la cosa pública. Se necesita escuchar a las personas afectadas, fomentar el diálogo entre el Gobierno, las empresas, la sociedad civil y encontrar soluciones viables con decisiones vinculantes que luego se puedan institucionalizar. La emergencia requiere, además de una información clara que ayude a reducir la ansiedad social, acciones concretas que permitan a la población sufrir lo menos posible. Cuando ocurrieron los incendios el país entero se movilizó en ayuda y empatía, además de condenar a los causantes de esas tragedias.
¿Es una utopía pensar en tener una mesa de crisis que involucre a múltiples actores, con representantes de las empresas, la sociedad civil, los diferentes colegios de especialistas en la materia, las autoridades correspondientes, no más de 15 personas, en reunión permanente, que informen rápidamente las medidas que se toman y que se requiere como colaboración ciudadana, para que juntos rememos en la misma dirección y podamos superar la gravedad de la situación actual?
Los incendios y la sequía han provocado una toma de conciencia colectiva de la necesidad de cuidar a la naturaleza. Lo mismo debería pasar en relación a la crisis energética. Tenemos una responsabilidad compartida para solucionar problemas, pero no encontramos vías y canales para hacerlo eficazmente.
Sería interesante prepararnos para las próximas elecciones, evaluando quiénes son capaces de convocar y reunir un país diverso, en objetivos inmediatos y posibles. (O)