El título es una pregunta que se siente más como una exclamación. Alude a que socialmente se impone el ideal de ser eternamente joven.

Cuántos, tal vez sin darnos cuenta, vamos en esa corriente arrasadora en la que se mezcla el rechazo hacia los viejos –gerontofobia– con el miedo a envejecer –gerascofobia–.

Si usted es una persona de edad 2.5 (adulto maduro que aún no llega a la tercera edad), quizás le haya ocurrido que al reencontrarse con alguien de similar edad, piensa: “¡Qué viejo o vieja que está!, ¡seguramente yo no me veo tan mal!”. O, por el contrario, si esa persona se ve muy bien, usted le regala el mejor cumplido que puede ofrecerle: “¡Qué joven te ves, por ti no pasan los años!”.

La referencia etaria mina también a los jóvenes. Cumplir años se convierte en preocupación temprana al ver que el tiempo pasa y no se alcanzan a cumplir las expectativas. O cuando perder la lozanía se castiga con una condena social inclemente y absurda.

El suicidio de Cheslie Kryst, abogada, presentadora de televisión y modelo estadounidense que el pasado domingo saltó desde la ventana de su apartamento, en un rascacielos de Manhattan donde vivía en el piso 60, ha llamado la atención al difundirse la presión social que le significaba haber pasado la barrera de los 30.

Elegida Miss USA 2019 para participar en el certamen de Miss Universo, Kryst publicó un ensayo en el que refería cómo le afectó que a los 28 años la consideraran muy mayor para participar en el certamen de belleza, y que sentía que se quedaba sin tiempo.

Esto me recuerda un debate generado hace más de dos década en Argentina, donde se cuestionaba que las modelos elegidas para las portadas de las revistas de actualidad se las eligiera cada vez más menores, prefiriendo a las adolescentes.

La publicidad y el mercadeo también abonan a la euforia por aferrarse a la breve juventud; farmacias y supermercados destacan una diversidad de productos para controlar el envejecimiento.

En una de sus viñetas, Quino mostraba a una mujer aplicándose una crema para revertir el avance de la edad, que al insistir en usarla se convertía en una bebé, graficando así que la única manera de rejuvenecer es remitirse al pasado.

Se pretende evitar que la edad se defina de acuerdo con el ciclo natural de la vida: infancia, juventud, madurez y vejez. ‘Hay que’ mantener la apariencia joven. No son pocos los labios y pómulos desfigurados por el bótox, las caras estiradas y hasta modificadas con cirugía –un caso reciente es el del actor Miguel Varoni (Pedro el escamoso)–; cuerpos que visten atuendos juveniles pretenden lucir energía renovada o volcados al gimnasio y deportes de aventura quieren disimular la inexorable edad.

Se les suele reprochar a los jóvenes que desdeñan ese cúmulo de experiencia de los mayores que podría servirles de guía; sin embargo, ¿no son acaso los mayores quienes se desdeñan al no asumir el paso de los años y lo que conlleva?

El mundo no tiene que ser privativo de un grupo etario en menoscabo de otro. Habría que hacer mejor uso de la enseñanza que dejan los años para transmitirles a los retoños que cada fase tiene sus bondades y dificultades. (O)