1 de marzo de 2008. La Fuerza Aérea Colombiana atacó Angostura en la denominada Operación Fénix, causando la muerte de 22 guerrilleros, incluyendo el segundo comandante en rango de las FARC, Édgar Devia alias Raúl Reyes, quienes se encontraban en un campamento. El entonces presidente, Rafael Correa, dijo que el ataque era la “peor agresión que ha sufrido Ecuador a su soberanía e integridad territorial”.

La Operación Fénix dejó en evidencia que las FARC estaban estacionadas permanentemente en territorio ecuatoriano para manejar los cultivos ilícitos del lado colombiano y parecían sentirse muy cómodas y seguras en Ecuador. La información hallada en el computador de Reyes confirmó vínculos de la guerrilla con autoridades ecuatorianas.

No podíamos esperar que, al retirar un jugador tan importante... siguiéramos siendo la isla de paz que solíamos ser.

19 de septiembre de 2009. “Nunca más bases extranjeras en territorio ecuatoriano, nunca más una venta de la bandera”, declaró el entonces canciller, Fander Falconí, en una ceremonia en la cual Ecuador asumió el control del Puesto de Operaciones de Avanzada. El canciller criticó la concesión, de 1999, de la Base de Manta para que Washington realizara actividades aéreas antinarcóticos. “Su salida es un triunfo de la soberanía nacional y de la paz”, dijo Falconí.

Cuando Falconí hablaba de “paz”, seguramente se refería a la tranquilidad temporal de quien sabe que la bomba explotaría eventualmente, pero no en sus manos. Esa paz tenía fecha de expiración, porque la bomba solo le explotaría a quien tuviera los pantalones para poner resistencia. Tal vez Falconí le llamaba “paz” a esa calma, antes de una tormenta inminente, que solo él y otros pocos sabían que se avecinaba.

27 de junio de 2013. Ecuador anuncia que renuncia irrevocable y unilateralmente al Tratado de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga (ATPDEA, por sus siglas en inglés) con Estados Unidos. “Diferencias ideológicas”, dijeron.

“Las preferencias fueron otorgadas a los países andinos como compensación a su lucha contra las drogas, pero pronto se volvieron un nuevo instrumento de chantaje. En consecuencia, Ecuador renuncia a dichas preferencias”, informó el Gobierno en conferencia de prensa. “Ecuador no acepta presiones ni amenazas de nadie y no comercia con los principios ni los somete a intereses mercantiles por importantes que estos sean”.

Hacer frente al narcotráfico no es tarea fácil. No podíamos esperar que, al retirar un jugador tan importante en la guerra contra el narcotráfico, como lo era Estados Unidos, siguiéramos siendo la isla de paz que solíamos ser. Hoy estamos cosechando esas tempestades que se sembraron unos lustros atrás.

Ahora sabemos que el llamado a la “soberanía nacional” estaba disfrazado de sintonía con grupos guerrilleros y narcotraficantes; que las “diferencias ideológicas” eran en realidad ambiciones narcóticas; y que las excusas de “derechos humanos” vaticinaban los actos infrahumanos más espeluznantes jamás vistos en nuestra isla de paz (decapitaciones y marionetas humanas colgadas de un puente, solo antes visto en Ciudad de México y Ciudad Gótica, y no es precisamente el Ecuador que idealizamos).

¿Quién calculó, culposa pero solapadamente, hacerle tanto, tanto daño a esta isla de paz? (O)