Los ecuatorianos estamos abrumados por la decadente realidad de la política nacional que bien podría someternos, sumiéndonos en un abismo oscuro de desesperanza frente al futuro inmediato y al porvenir que se vislumbra. Son tantos los acontecimientos negativos que se nutren de la vileza de sus protagonistas, cultivada con alevoso desparpajo, que corremos el riesgo de asimilarnos a ese entorno, sintiendo que somos tan responsables como aquellos de esa oscura ruindad. Sin embargo, no es así, porque la gran mayoría de ciudadanos es gente honesta que trabaja para vivir con decencia, contribuir con el desarrollo de la sociedad y mejorar sus condiciones de existencia emocional y material.

El escenario de la política, en nuestro caso, es tan bajo y penoso que no merece que le otorguemos más importancia de la que tiene, pues pese a que es esencial para la convivencia, por su evidente degradación moral podría envolvernos y asfixiarnos y, si no lo logra, podría producir el terrible efecto de acostumbrarnos a esas conductas venales que a partir de ese momento pasarían a formar parte de nuestra cotidianidad, adquiriendo sus atrabiliarios actores un espacio en nuestras vidas. ¡Un panorama de terror! ...si lo permitimos.

No se trata de abandonar el escenario de la política, sino de contribuir a su mejoramiento desde acciones personales...

Me parece que nunca –sin renegar nuestras responsabilidades políticas– debemos degradarnos tanto como para que lo que hacen esos tan sórdidos personajes, con las excepciones de rigor, defina nuestra cotidianidad. No se trata de abandonar el escenario de la política, sino de contribuir a su mejoramiento desde acciones personales definidas por el civismo y la ética, concentrándonos en ellas sin potenciar el valor negativo de quienes no nos representan y viven, prosperan y se multiplican, en gran parte porque somos su público cautivo, en una suerte de lamentable adicción a la degradación, parecida a la que también nos podría doblegar si permitimos que el vicio en cualquiera de sus expresiones se apropie de nuestro interés.

Hay otros ámbitos de la vida personal y social que son tan esplendorosos que deslumbran por sus posibilidades y tienen que ver con el entusiasmo, el disfrute y las diarias realizaciones que provienen de la virtud aplicada que, indefectiblemente, dan como resultado personalidades poderosas, simples y solidarias con la vida en todas sus formas. En este espacio se encuentran, entre otras manifestaciones, las relacionadas con la familia, el arte, la cultura, la naturaleza y la ciencia como producto de la investigación cuya aplicación es tan benéfica para la humanidad toda.

Uno de los documentos adoptados por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, el 13 de noviembre de 2017, denominado Recomendaciones sobre la ciencia y los investigadores científicos, reconoce la trascendencia positiva de la ciencia, prevé posibles desviaciones negativas en la investigación y propone una serie de normas y principios orientadores, fundamentados en el respeto a los derechos humanos, así como en la cooperación y solidaridad internacional, todos aspectos que forman parte esencial de la bioética mundial. (O)