La agricultura orgánica ha cautivado el accionar de diversos estratos empresariales agrícolas, el banano encabeza la lista mundial de cosechas que honran esa filosofía, sinónimo de salud de los suelos, de los alimentos que se extraen de él, de agricultores que siguen sus normas, reflejados en la predilección de consumidores que distinguen por olor y sabor las claras diferencias con los bienes convencionales. Complace constatar en mercados frutas y verduras certificadas exhibiendo sellos distintivos orgánicos a bajos precios.

El interés por reducir pesticidas químicos es real, gana adeptos el uso de sustancias extraídas de residuos vegetales mediante procedimientos como lixiviado, maceración o fermentación, obteniendo concentrados de microorganismos benéficos empleados como fertilizantes, eficaces además para controlar plagas y enfermedades, sin afectar el medio circundante ni dejar residuos tóxicos. Se han ideado estructuras de bajo costo o biofábricas, instaladas en fincas, como la propuesta por el doctor Richard Intriago, con clara demanda internacional; así como las labores que realiza la Econ. Cecilia Calderón, auténtica innovadora, que ejemplifica agricultura orgánica regenerativa en varios cultivos en su predio cercano a Guayaquil. Otros expertos registran la elaboración de concentrados de microalgas marinas, con idéntica finalidad.

En paralelo, la ciencia microbiana benéfica ha concebido tecnologías para industrias y laboratorios, que son biorreactores que multiplican selectivamente esos minúsculos seres, con métodos rígidos de control de temperatura (parámetro fundamental para la subsistencia microbiana), humedad, acidez, agitación, oxígeno, creando un ambiente ideal para la generación de microorganismos y productos biológicos como insecticidas, fungicidas y estimulantes, de amplia utilización en agricultura y acuacultura orgánicas.

Ecuador no es ajeno a los avances biotecnológicos, la empresa Polidist, con asesoría coreana, promueve el cambio tecnológico hacia una agricultura orgánica, sustentable y reconstructiva de la agotada capa fértil del suelo y su inmensa biodiversidad. Entre los productos que elabora, entre otros, hay uno que contiene la bacteria Rhodobacter sphaeroides que corrige los excesos de cadmio en el suelo. También el Bacilus subtilis, impulsor de crecimiento, acción protectante y multisitio, facilitando las funciones de organismos del suelo. Cuenta con el Bacilus amyloliquefaciens, solubilazador de nutrientes como el fósforo, tornándolos accesibles a las plantas.

En esa línea, el Econ. Enrique Chávez Pino, en el pináculo de su exitosa vida profesional como industrial y exportador de harina de banano, validó que, del raquis descartable del racimo, luego de su descomposición, se obtiene un lixiviado de gran riqueza microbiana que mitigaría el impacto de la roya del café y bajaría los niveles de infección de moko y sigatoka negra, fijando con su indagadora visión agrarista un derrotero aún no aprovechado de los residuos del empaquetado de las musáceas comestibles. Él, como muchos, engrosa el ejército de facilitadores hacia una agricultura limpia y rentable. (O)