Vladimir Putin, exdirector del Servicio Federal de Seguridad, el nombre de la antigua KGB; a fines de 1999, se convirtió en presidente interino, a partir de entonces y mediante hábiles maniobras políticas se ha sostenido durante 23 años en el poder absoluto, ha impulsado reformas constitucionales que le permitirán mantenerse en la presidencia hasta el 2036; en realidad, se ha convertido en el nuevo zar de Rusia.

Imposible olvidar que las provocaciones de Rusia a la paz mundial vienen desde 2008 cuando intervino militarmente en Georgia, con su apoyo nacieron las “repúblicas” prorrusas de Abjacia y Osetia del Sur; en 2014, se anexó impunemente la península estratégica de Crimea y a partir de entonces ha apoyado política y bélicamente a los rebeldes separatistas del este de Ucrania, en la región de Donbás. A fines de febrero de 2022, en franco desafío a Occidente, Putin reconoció a las autodenominadas “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk, pretextando la defensa de estas “repúblicas” prorrusas. El 24 de febrero de 2022 Putin declara: “He tomado la decisión de llevar a cabo una operación militar especial”, es decir, decide invadir Ucrania, poniendo en peligro la paz, acción que ha sido condenada por la mayoría de países del mundo.

El cálculo de Putin era que en Ucrania iba a ser igual que en Georgia, una guerra relámpago, la equivocación le resultó cara, pese a su poder bélico la resistencia del pueblo ucraniano ha sido heroica. Son 16 meses de una agresión brutal, pero las tropas rusas que combaten con el apoyo de mercenarios del grupo Wagner, comandados por Yevgueni Prigozhin, un aventurero aliado de Putin, han sufrido bajas estrepitosas. El liderazgo del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha sido compensado por el apoyo de Occidente, especialmente de la Unión Europea y el soporte bélico de los países de la OTAN, a la cabeza Estados Unidos.

(...) “el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo”.

El peligro de emplear tropas mercenarias, Nicolás Maquiavelo lo advirtió hace 500 años: “… el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo, porque están desunidos, porque son ambiciosos, desleales, valientes entre los amigos, pero cobardes cuando se encuentran frente a los enemigos; porque no tienen disciplina, como no tienen temor de Dios ni buena fe con los hombres; de modo que no se difiere la ruina sino mientras se difiere la ruptura; y ya durante la paz despojan a su príncipe tanto como los enemigos durante la guerra, pues no tienen otro amor ni otro motivo que los lleve a la batalla que la paga del príncipe, la cual, por otra parte, no es suficiente para que deseen morir por él”.

En relación con la invasión a Ucrania, los mercenarios del grupo Wagner adquirieron un papel importante luego que los soldados rusos sufrieron un fuerte desgaste y perdieron territorio en reveses humillantes.

Con la rebelión de Prigozhin y sus mercenarios que desafió a Putin, gracias a la mediación de Lukashenko no prosperó; justo, vale recordar a Maquiavelo: “el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo”. Putin no queda seguro; además, no podrá dormir tranquilo. (O)