Acostumbrados en años recientes a no tener inflación, incluso experimentar que ciertos productos bajen de precio, hoy la ciudadanía se inquieta con un alza interanual de precios de 3,9 % en julio. La inflación contribuye a la percepción negativa del manejo de la política económica. Fue una de las tantas causas que lista la Conaie para justificar su violento y destructivo levantamiento, y una de las exigencias de Leonidas Iza es implantar control de precios.
¿Qué precios se van a controlar? ¿Productos industrializados de consumo? Los receptores de televisión han bajado de precio 3,8 %, el precio de las computadoras portátiles es menor en 3,9 %, las bicicletas son 9,7 % más baratas. ¿Acaso serán los precios de vestimenta los que preocupan a la Conaie? El calzado para hombre ha bajado 1,3 %, pantalón para hombre 2,5 %. ¿O será alimentos procesados? El atún en conserva ha subido 3,4 %, menos que el promedio de inflación.
Los que seguramente no constan en la lista son productos alimenticios de la Sierra. El choclo se ha encarecido 20 %, la mora 18 %, la papa 11 %. Al Sr. Iza no le convendría que se adopte la política de controlar el alza de precios.
Bajo dolarización no cabe control de precios, ya que la inflación es solo importada.
Más allá del componente atribuible a las acciones de la Conaie, la inflación que tenemos es importada. Tanto en EE. UU. como en la Unión Europea está en 8 %, aunque en China se mantiene baja, 2,7 %. La política monetaria bajo Lasso y antes con Moreno se mantiene coherente con el sistema de dolarización, y no tenemos aumento de precios causado por emisión monetaria.
Cierto es, la imposibilidad de expandir el circulante mediante emisión les quita a las autoridades una herramienta para aliviar la contracción económica, como la que se dio con la cuarentena y distanciamiento social; pero nos salva de una inflación alta. Frente a nuestro 3,9%, la vecina Colombia exhibe 10,2 %, Perú 8,7 %, Chile 13,1 % y Brasil 10,1 %. La peronista Argentina tiene un asfixiante 71 % de inflación interanual.
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En todos estos países con moneda propia, los precios están subiendo a un ritmo mucho más alto que en Ecuador, para consternación de los consumidores. A su vez, como con la crisis económica y el alza de las tasas de interés en EE. UU. los capitales despegan de los mercados emergentes con destino a los EE. UU., las monedas se devalúan; todo lo importado le sale más caro a los consumidores. En los últimos 12 meses, Colombia ha devaluado 14 %, Chile 29 %, Argentina 63 %. Perú no devalúa hoy, porque su moneda se desplomó 15 % hace un año que ganó Castillo.
De esta depreciación monetaria nos hemos librado por tener moneda fuerte. Pero hay dos caras de la medalla. La fortaleza del dólar encarece nuestras exportaciones, y nos hace más difícil competir en mercados externos, situación agravada porque no hay una política de facilitar las exportaciones: en Ecuador se paga arancel sobre insumos importados para las ventas externas, y no se devuelven los impuestos, como en otros países. Bajo estas condiciones, al único rubro de exportación que le va bien aparte de los extractivos (petróleo, oro y cobre) es al camarón.
Bajo dolarización no cabe control de precios, ya que la inflación es solo importada. Y es necesario que la política económica tenga un sesgo a favor de las ventas externas, pues necesitamos exportar para crecer y crear empleo. (O)