El Foro Económico Mundial anual en Davos, Suiza, atrae a los principales líderes empresariales y políticos a nivel mundial para discutir las perspectivas económicas y políticas globales y reforzar la colaboración entre el sector privado y el gobierno como lo propone el Manifiesto de Davos del 2020. Este manifiesto se basa en el principio que toda empresa debe colaborar con los grupos de interés que afectan su funcionamiento, por lo que no deben estar orientadas solamente a maximizar el beneficio de sus accionistas, según como lo propuso Klaus Schwab, el fundador y líder de este foro. Esta perspectiva, desarrollada en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial como una visión alternativa al comunismo y al populismo de extrema derecha, implica que las empresas deben pagar impuestos “justos” y la compensación de los principales ejecutivos debe ser consistente con el valor creado en el largo plazo.

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Si bien esta visión social de la empresa tiene eco entre algunas de las personas más ricas del mundo como Warren Buffett, Bill Gates o Ray Dalio, no es apoyada por quienes consideran que el mercado debe operar libremente sin ninguna intervención gubernamental como lo propuso Milton Friedman, el premio nobel de economía. Desde esta última perspectiva, la libertad total del mercado facilita la innovación y continua transformación del sector empresarial mientras que la intervención gubernamental lleva al fracaso y limita el desarrollo de la sociedad. A nivel ambiental, el encuentro de Davos también entra en conflicto con quienes minimizan el impacto del cambio climático. Según la visión de Davos, este es un problema mayor que las empresas pueden ayudar a solucionar como puede ser al comprometerse con una disminución o control en la emisión de gases contaminantes.

(...) encuentros como el de Davos plantean la necesidad de un nuevo pacto comercial y político entre China y el Occidente...

Otro reto importante del encuentro de Davos es la percepción de que el capitalismo global ha perdido importancia dado el aislamiento generado por la pandemia del COVID, la crisis financiera y la guerra en Ucrania. Sin embargo, la globalización de la economía está cambiando más que desapareciendo como lo demuestra el aumento significativo del comercio mundial después del COVID. Por supuesto, existe una cierta reducción en la inversión y comercio entre China y el bloque EE. UU.-Europa occidental, especialmente en el área tecnológica, pero no se trata de un rompimiento total a nivel económico. Dado la crisis de la cadena de oferta de insumos a raíz del COVID, el Occidente ha disminuido su dependencia en los países asiáticos, pero en ningún momento se separaría de este mercado ya que perdería grandes oportunidades de negocios. Además, esto permitiría que China aumentase su participación de mercado en Asia y en los países emergentes.

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En conclusión, encuentros como el de Davos plantean la necesidad de un nuevo pacto comercial y político entre China y el Occidente, limitando el énfasis en medidas proteccionistas de ambos lados. Adicionalmente, como ha demostrado la crisis de las criptomonedas, es importante un acuerdo a nivel del mercado financiero mundial que controle el riesgo sin limitar el crecimiento de una economía global crecientemente integrada. (O)