Santiago Guarderas, el alcalde de Quito, es un hombre sin pretensiones. Acude a Chugchucaras Rosita en Latacunga como cualquier hijo de vecino, sin llamar la atención. Tampoco mata una mosca. Espera a que otros actúen antes de darse de ofendido, y nunca se ofende en exceso. Por eso tardó en reaccionar ante las obvias irregularidades de su otrora aliado político, de quien heredó el puesto ante la resignación ciudadana con el mal menor.

Si nos guiamos por sus tuits, donde usa el apócope de quien quiso ser futbolista crack en la escuela primaria, @santiguarderas se podría decir que es un gestor innocuo. En tres meses de gestión ha logrado poco más que inaugurar el asfalto de una calle y engalanar la plaza de San Francisco con parafernalia de Coca Cola. Mientras, el metro de la ciudad sigue dormido. ¿Su gran excusa? “Yo no tengo una varita mágica para hacer un cambio en tres meses”, aduce en la prensa. Es decir, Guarderas nada tiene que ver con el completo desgobierno en el Municipio del que fue vicealcalde por dos años o 2.080 horas laborales. Pero si Jorge Yunda le delegó las competencias y atribuciones relacionadas con vialidad urbana, tránsito y transporte hace casi año y medio, debería demostrar resultados mínimos más allá de unos vagones de metro abandonados.

Se le viene todavía más cuesta arriba si mantiene como gerente del metro a una persona que jamás ha trabajado en una empresa de transporte subterráneo con un metro en funcionamiento regular. No tengo nada en su contra, pero seguro que preferiríamos a alguien con la experiencia más adecuada. Solo que, al igual que la mayoría de concejales, desde que era vicealcalde Guarderas no se inmutó con los sucesivos nombramientos de gerentes del metro ni parece preocuparle sus perfiles profesionales.

Asimismo, siguiendo con la encantadora tradición ecuatoriana de crear comisiones, congresos y demás entretenimientos de una sola edición para demostrar que están tomando acciones, esta semana @santiguarderas “reactivó” el Comité Interinstitucional de Seguridad. En un encuentro que fue poco más que una sesión de fotos en el ECU911, se dieron cita, hombres en su mayoría, quienes tendrán la esperanza de que en unos meses nos olvidemos que tenían algo que planificar. Si no lo hacemos, el alcalde “pedirá un informe” para acusar a alguien más por la falta de logros.

Algo parecido sucederá con las graves denuncias que hizo uno de los gerentes de la Empresa Pública Municipal de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps). Entre más informes y más comisiones, la ciudad de Quito salvará momentáneamente sus problemas de agua con un gerente que está de regreso, pero Guarderas realmente tiene la responsabilidad de actuar de manera estratégica en esta área.

Rusia tuvo a Catalina la Grande, Holanda tuvo a Felipe el Hermoso, Ecuador tiene a Santi el Veci. Pero la capital del país necesita más, mucho más. Como mínimo, menos reuniones públicas y menos fotos, y más trabajo. Sobre todo, valentía para exigir cuentas, fiscalizar e indagar a anteriores y actuales colaboradores del Municipio con indicios de incapacidad, abuso y corrupción. (O)