El narcotráfico y todos los delitos que trae aparejado, hace unos 30 años estaba confinado a Colombia y líderes como Pablo Escobar. En Ecuador no era percibido. Más bien existía una gran unidad nacional por la victoria alcanzada en el Cenepa bajo el gobierno de Sixto Durán-Ballén y todavía algunos decían que éramos una isla de paz. En pocos lustros el cambio ha sido radical. Somos un país que ya no solo es de tránsito y exportación de drogas, sino que también las producimos y lo peor es que estamos con un problema de criminalidad que nos produce miedo y afecta nuestras actividades sociales y productivas.

Todos los países desde México al sur tenemos el mismo problema de la drogadicción y sus nefastas actividades. América del Norte y la Unión Europea son los grandes mercados de consumo, mientras que Latinoamérica produce y transporta drogas, aunque también las consume. Los narcotraficantes ganan tanto dinero como para comprar todo lo que necesitan: una justicia venal de jueces que tienen precio y un conjunto legal de garantías defectuoso que permite abusar del Estado de derecho y poner en libertad a delincuentes condenados.

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China carece de los escrúpulos occidentales y es radical. La pobreza de muchos países africanos quizás no interesa a los traficantes de drogas.

El asunto es que nos enfrentamos con organizaciones delictivas que operan en Occidente bajo jefes mafiosos que se pelean por los mercados y su influencia. Estos desprecian la vida y ordenan matar. Para eso son los sicarios, mientras más jóvenes, mejor. Nuestras vidas peligran porque podemos caer en el fuego cruzado de las bandas entre ellos o de la fuerza pública. En las mafias italianas que mucho inventaron sobre el tema, rige la ley del silencio, la omertá. Nadie habla y si alguno quiere abandonar lo matan y lo degüellan. Las matanzas en las cárceles son obra de las mafias y poco puede hacer el Gobierno para impedirlas. ¿Quién provee las armas y cómo las ingresan y guardan?

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Debemos reconocer que no podemos combatir solos el narcodelito. Así como ellos tienen organizaciones que trascienden las fronteras nacionales, de igual manera el combate debe ser global. Está en peligro la seguridad mundial y esto me sugiere que la solución debe ser asumida por la ONU y sus distintas organizaciones como la FAO, la OMS, la OIT y la Unesco. Necesitamos una política global para luchar contra el narcotráfico. Hay que dar trabajo, educar y alimentar a la población de nuestros países. Hay que predicar a troche y moche que consumir drogas es malo para la salud humana, que nos roba la vida. Hay que invertir dinero en centros de rehabilitación para drogadictos, hay que enseñar en escuelas y colegios los valores de la honradez y el respeto, que conozcan que las drogas les hacen daño, los inducen a la delincuencia y les niegan el futuro.

Todo esto y mucho más debe ser emprendido de manera urgente, hasta preparar a la humanidad para la otra solución definitiva que es despenalizar la producción, el tráfico y el consumo. Entonces bajarán los precios y el maldito negocio dejará de ser tan rentable. ¿Seremos capaces de hacerlo? (O)