Julio nos recibió con las manos abiertas a la gratitud de la vida, Warmi Razu ha festejado junto con las mujeres kichwas de Cotacachi el Warmi Puncha, el día que todas las de anaco portan el sombrero como símbolo de mando, elegancia y celebración. Warmikuna kaypimi, warmikuna kaypimimi, warmikuna kaypimi, kaypimi kaypimi. Son las voces de las mujeres que se unen al viento, se cubren con el calor del sol, laten al ritmo del corazón de la mama Razu y estremecen a la multitud en la toma de la plaza central de Cotacachi del 1 de julio.

Todas avanzamos por las calles. Warmi solo, warmi solo, Bárbara solo, Bárbara solo. Vamos todas formando wachos una tras otra, ordenando la existencia, desatando el tiempo, reconstruyendo(nos). Gozamos, zapateamos en colectivo, por comunidades. Estamos todas, las mamakunas, las de tazina, uma watarina, sombrero o sin ella, mujeres con o sin hijos/as, mujeres trabajadoras, comuneras, migrantes, con trenzas, con cintas, con gafas, con o sin fachalina, con alpargatas planas de shamba o de tacos; conocedoras de la vida, valerosas, determinadas. Mujeres, adolescentes y niñas.

Junio y lo sagrado en los Andes

Tomar la plaza por las mujeres significa invadir aquellos espacios que la colonia usó para dominarnos. Apropiarnos de estos lugares de poder autoritarios, racistas, coloniales, para reescribir, pedagogizar otras formas de ser, existir, resistir desde los territorios. Tomar la plaza por las mujeres es un múltiple trabajo personal y colectivo que las kichwas warmikuna de Cotacachi han venido sosteniendo año tras año. Significa que después de realizar todo el trabajo de cuidado con sus familias durante el Inti Raymi de junio –y el resto del año–, este día mujeres lo toman para ellas, lo celebran como suyo, un tiempo y espacio personal/colectivo propio.

Churuta pilluy, churuta pilluy, churuta pilluy, grita la capitana con voz de mando para guiar al grupo de mujeres por comunidad. En cada esquina de la plaza formamos un círculo simulando un espiral, en el centro están las mujeres flauteras que nos recuerdan los sonidos de la gaita de carrizo de nuestros primeros. A esta melodía se turna la eterna armónica de Inti Raymi. Mayta pargate, mayta pargate, mayta pargate. Warmikuna ojojoy, warmikuna ojojoy, warmikuna ojojoy. La música mueve a las warmikunas que saltan, zapatean, bailan en el espacio más seguro, sororo, alegre, rítmico y sanador para nosotras.

Imata pinay imata pinay imata pinay. Bailar en círculo se vuelve más que un placer, es dar paso a la satisfacción, al encuentro con nuestro yo antiguo, actual y el que viene. Es un ritual a la vida en todas sus dimensiones. Es un centro creativo para seguir nutriendo e imaginando. Sostener estos espacios rituales y sagrados ha sido una constante lucha histórica. Por ello, quien se sienta atraído por ser parte de este ritual debe abrir su corazón para dejarse enseñar, tener una conciencia profunda del significado, preguntar, aprender. Nunca serán bienvenidas las violencias racistas, de género. Su significado transgrede el cuerpo de las mujeres y el sentido espiritual, sabio, e histórico sostenido por las mujeres de las comunidades kichwas de Cotacachi, por tanto el Estado también debe garantizar su respeto. (O)