Seguimos en una dramática sucesión de votaciones. Hay las presidenciales (esta vez a los 15 meses por la muerte cruzada, con la cual “no debemos engolosinarnos”), las locales y las consultas populares, que se han vuelto casi permanentes (con muy pocas preguntas relevantes, y casi siempre la manipulación de inducirnos a votar a favor o en contra del Gobierno de turno). La democracia puede ganar con votaciones más frecuentes cuando las guía un norte, como mejorar la calidad de los gobernantes o plantear temas profundos que los ciudadanos tienen el derecho de dirimir (como en Suiza), pero nada de eso nos sucede. La política es solo cercana a intereses particulares y, más grave, retorcidamente ocultos.
El proceso electoral puede terminar mañana o continuar hasta abril. En cualquier caso la duda es: ¿los políticos ayudarán a resolver problemas que requieren de acción colectiva (para eso está la política), o los empeorarán, o los patearán hacia adelante para que “otros” los asuman, o tomarán decisiones entre “gallos y medianoche”, o tendrán la capacidad de promover una discusión nacional seria? Solo esto último sería válido, pero no tenemos, desgraciadamente, experiencia de cómo hacerlo. ¿Cómo participarían las élites (en su sentido amplio desde el empresario gremial hasta el líder estudiantil), la academia, los expertos y más? Los otros caminos llevan a resultados negativos, pero son más cercanos a nuestra “cultura”. Y con todo eso, más incertidumbre que mata a la economía.
Muchos temas que enfrentar para no estancarnos y, peor aún, no hundirnos lentamente, lo cual sí es un camino evitable porque tenemos un potencial extraordinario para ser más de lo que somos. No es fácil, pero sí necesario.
¿Temas? Ejemplo, la inseguridad, cuyos soluciones son ciertamente complejas, desde una guerra abierta o de baja intensidad hasta acuerdos negociados transparentemente (los ocultos son gravísimos), hasta lograr apoyo internacional en un marco de acción continental (Trump probablemente apoyaría este enfoque), o el método Bukele, entendiendo que esto es una guerra pero dentro de las correspondientes reglas de legalidad… U ¿otras soluciones? Ejemplo, una profunda reforma del Estado, porque no podemos gastar y malgastar 48.000 millones de dólares al año, un enorme lastre para la sociedad, y debemos superar algunas ideas erradas, como creer que eliminar gastos (improductivos) frena a la economía (cuando es todo lo contrario: todos ganamos porque hay un mejor uso de los recursos). Ejemplo, las jubilaciones, que caminan hacia una “quiebra progresiva” y afectan a la gente en un momento clave de sus vidas, y ahí también superar ideas como creer que puede haber soluciones parche o que promover el ahorro individual es “privatizador” y negativo cuando es exactamente lo contrario. Ejemplo, un cambio en el régimen laboral, cuya esencia sería adecuar mejor las necesidades de las empresas a las aspiraciones de todos los potenciales trabajadores (no solo de los que tienen trabajo). Y así mismo, mejorar la política, electricidad, calidad y rectitud de la justicia, apertura comercial y del sistema financiero al mundo, sin ninguna duda mantener la dolarización como un gran activo, y más. ¡Sí podemos! (O)