Las propuestas de lo que ellos ven y escuchan en sus distintos aparatos están contribuyendo a ‘madurar verdes’ a los hijos.
Queremos tener un matrimonio sólido y amoroso, pero no tenemos el espacio para nutrir y disfrutar nuestra relación.
Conformarnos con no hacerle mal a nadie no nos convierte necesariamente en buenos, sino más bien en inútiles, que es otra forma de ser dañinos.
Todo compromiso que adquirimos en la vida trae ciertas ganancias, que son las que nos motivan a asumirlo.
El compromiso de criar a los hijos nos coloca a diario en situaciones que requieren mucha valentía para no tomar el camino fácil.
El tiempo no puede seguir siendo nuestro enemigo. Lo necesitamos para formar la familia que soñamos tener.
No se puede pretender educar a los hijos tratándolos mal para que actúen bien.
La niñez es la escuela de entrenamiento para la edad adulta, la función como padres no es solucionarles todo en la vida a los hijos.
Las mujeres debemos tener presente que el trabajo y el desempeño profesional son muy importantes, pero el bienestar afectivo de los hijos es aún más.
Cuando tenemos un hogar amable tenemos poderosos motivos para vivir plenos, así como grandes bendiciones que agradecer.
Lograr que los hijos presten atención a lo que les solicitamos, por lo general, no es fácil.
En la cima solo hay lugar para unos pocos y no hay nada malo en ser de los del medio.
Actuar en forma correcta, justa, generosa y responsable nos hará sentir verdaderamente plenos y profundamente felices.
Educar no significa decirles a los hijos todo lo que deben hacer, ni tampoco atemorizarlos con recomendaciones exageradas cuando intentan vivir sus propias experiencias.
Tenerlo implica obtener buenos resultados y sobresalir en una determinada área o actividad.
No hay nada de malo en querer tener un nivel de ingresos que nos permita vivir con comodidad, pero también no podemos olvidarnos de que el dinero puede traer tantas calamidades.
Nuestro atuendo influye mucho en la conducta y en la impresión que causamos a lo demás.
Constantemente se denuncia la crisis en las familias cuando los protagonistas de problemas y delitos son adolescentes y niños.
Ser generosos y contribuir al bienestar de nuestros semejantes tiene grandes ventajas.
Antes los padres eran autoritarios y disciplinarios, ahora tenemos una familia sentimental, psicologizada.
El tiempo no puede ser nuestro enemigo
Si bien es muy positivo que los padres tengamos conciencia de fortalecer un buen concepto de sí mismos en los niños, lo que está mal es que los padres nos desbordemos en el reconocimiento que les damos a los hijos por cualquier acierto o progreso que hagan.
Cuando es mucho es demasiado
¿Cómo fue que lo malo se convirtió en bueno?
Así como en las labores del hogar los padres de las nuevas generaciones han sido capaces de desafiar varios mitos machistas y hoy son muchos los que cuidan a los niños y comparten tareas domésticas antes exclusivas de la mujer, en lo emocional el cambio ha sido limitado.
No somos lo que aparentamos ser.
Mientras antes creíamos que los niños se metían en problemas porque tenían demasiado tiempo libre, hoy sabemos que ellos están en alto riesgo de tener problemas emocionales por falta de tiempo para vivir con tranquilidad su infancia.
El ingreso de la mujer al mundo laboral trajo desventajas pero también ventajas para la familia.
Hay quienes sostienen que hoy en día los padres compramos el amor de los hijos y que nos adoran, pero no porque somos muy importantes para ellos, sino también porque les damos todo lo que piden para compensar nuestra ausencia.
Como durante los años de formación de los padres somos las personas más importantes del mundo para nuestros hijos, también somos el libro en que ellos aprenden los principios y las virtudes que los guiarán por un buen camino. Así, lo que hagan con su vida será, en buena parte, el resultado de lo que nosotros les inculquemos como valioso e importante.