Se terminaron las celebraciones julianas con limitado entusiasmo por las restricciones ya conocidas. Los Juegos Olímpicos, la medalla de oro de Richard Carapaz y la esperanza puesta en jóvenes deportistas nacionales han sido la tónica del deporte en las fiestas julianas dedicadas a su patrono, Santiago el Mayor (no el aniversario de su fundación). Julio trajo al balompié guayaquileño un orgullo especial. Sus representantes, Emelec y Barcelona, colmaron las aspiraciones triunfalistas de sus seguidores.

En el legendario barrio del Astillero ya suena poco el martilleo de la construcción y reparación de naves, en los que solo subsiste el apellido Huayamave; tampoco se oye el silbato estridente de las fábricas indicando el final de la jornada, ni el estrépito de las cuchillas dentadas cortando la madera en los aserraderos. En las esquinas ya no hay futres galanes esperando el paso de “las loras azules” de La Inmaculada, ni se siente el aroma de los chocolates de La Universal. Muchas cosas han desaparecido de ese viejo sector, pero lo que no morirá nunca es el orgullo de haber sido la cuna de los dos clubes más populares del país. En Eloy Alfaro y Francisco de Marcos, portal de la Escuela Modelo, nació Barcelona Sporting Club, y en Eloy Alfaro y Portete, en la Empresa Eléctrica del Ecuador, se hizo la luz para el Club Sport Emelec. En el primer caso los jóvenes guayaquileños, promotores del nuevo club, recibieron el entusiasta apoyo de un grupo de empresarios catalanes; en el segundo caso fueron ejecutivos estadounidenses los que unieron a los bisoños deportistas porteños. Ese fue el origen de las dos poderosas entidades que a esta hora dominan el panorama futbolero ecuatoriano. Barcelona sobrevivió a las dificultades económicas desde sus inicios.

Sus miembros eran estudiantes y empleados de recursos limitados. Gracias a la contribución de empresarios catalanes como Eutimio Pérez Arumí, Domingo Girbán, Jaime y Onofre Castells y Juan y Arturo Domenech pudo costearse la compra de balones, botines y de la tela para los uniformes que fueron confeccionados generosamente por la madre de los jugadores Pombar Castillo. En los años 30, para asistir a los encuentros en el Campo Deportivo Municipal (luego Estadio Guayaquil) viajaban en el balde del camión que manejaba Chinto Ramírez, el puntero derecho del equipo.

Publicidad

Emelec no tuvo esas penurias. Mr. George Capwell y la Empresa Eléctrica solventaron todo, aparte de las cuotas que pagaban los socios, casi todos empleados y obreros. Aventajaba a Barcelona en la excelente organización y la disciplina que imprimía Capwell, huellas de lo cual existen aún si examinamos los datos recientes: un club solvente y bien administrado, y otro ahogado en deudas con detalles escabrosos que los dirigentes prefieren esconder. Emelec nació con un local social; pronto tuvo cancha de básquet y ring de boxeo. En 1931, al cumplir dos años de fundado, ya tenía una piscina de 25 metros que fue la primera de un club privado. Barcelona, en cambio, sesionaba en el portal de la Escuela Modelo; recién en 1943 tuvo una sede: un chalet de madera en la esquina suroeste de Chile y Francisco de Marcos, alquilado a la familia Vallarino. Todas estas circunstancias fueron labrando la rivalidad que llevaría, en la década de los años 40, a producir un fenómeno de popularidad que cubriría no solo a Guayaquil, sino al país entero: el Clásico del Astillero, el partido símbolo de nuestro fútbol. Emelec y Barcelona han vuelto a poner al fútbol guayaquileño en la cumbre. El equipo eléctrico ganó la primera vuelta del campeonato, lo que le da el derecho de disputar la final o ser campeón directo si gana la segunda etapa, y acceder a un cupo en la fase de grupos de la Copa Libertadores 2022.

No ha sido ni será un camino fácil de transitar. Aún hay dudas en el funcionamiento colectivo y en algunos rendimientos individuales. Pese a todas las críticas, Ismael Rescalvo logró liderar la etapa, pero ¿habrá encontrado el equipo después de 26 meses de haber asumido la dirección técnica? Con el uruguayo Sebastián Rodríguez la dirigencia eléctrica ha tenido un gran acierto. Inteligente, muy profesional, hábil en la creación, el volante uruguayo es por largo el mejor jugador de la etapa inicial. A punto de cumplir 29 años tiene una experiencia de más de una década en primera división en clubes de su país, España, Suiza y México. Un digno sucesor de la línea histórica de grandes volantes rioplatenses que vistieron la divisa de Emelec: Héctor Pedemonte, Francisco Croas, Jorge Caruso, Eustaquio Claro y Henry Magri, para citar unos pocos. Otro uruguayo, Facundo Barceló, con paso por Argentina y México y 28 años de edad, ha sido también contribución importante al anotar 8 goles en 13 partidos. No es Carlos Raffo, pero esmero no le falta, y deberá elevar su eficacia si quiere asegurar el título directo para su club.

El papel torero en Copa

Barcelona fue el tenaz perseguidor de su rival de barrio en la primera etapa de la LigaPro, pero no pudo darle alcance, y se ubicó segundo. Pero compensó esa desilusión al sortear con éxito la fase de grupos de la Libertadores y conseguir el acceso a los cuartos de final derrotando a Vélez Sarsfield, de Argentina, en la vuelta en el Monumental. El ídolo del Astillero mostró solidez en la fase de grupos pese a tener rivales como Boca Juniors, Santos y The Strongest, de Bolivia. Acumuló 13 puntos, buenos para liderar el grupo C con 10 goles a favor y 3 en contra.

Publicidad

Frente a Vélez, en octavos, aparecieron valores jóvenes como Adonis Preciado, autor del primer gol torero, fichado hace muy poco; y Jonathan Perlaza, incorporado a principios de 2021, ambos guayaquileños, lo cual es una rareza en estos tiempos en que se prefiere a jugadores de otras provincias o a extranjeros rústicos o envejecidos que cobran sueldos de cracks. El rival de Barcelona en los cuartos saldrá del partido de vuelta entre Cerro Porteño y Fluminense que Conmebol decidió suspender por la tragedia familiar que afectó a Francisco Arce, técnico del equipo paraguayo. El equipo canario tendrá la oportunidad de pasar a semifinales como lo hizo hace 50 años, cuando fue el primer club ecuatoriano en conseguirlo en la historia de la Copa Libertadores. Por el rendimiento de los que pueden ser sus rivales, las posibilidades son muy abordables. Fluminense fue primero en su grupo, pero solo llegó a 11 puntos; recibió 7 goles y marcó 10. Cerro Porteño fue segundo en su grupo, sumó 10 puntos y sus promedios fueron deprimentes: 4 goles a favor y 5 en contra. Como para soñar en un lugar en semifinales.

El Astillero está de fiesta. No se escuchan los cálidos sonidos de antaño, pero los corazones eléctricos y canarios retumban de emoción como en los tiempos de Victoriano Arteaga, Wilfrido Rumbea, Pan de Dulce Aguirre, Rulimán Guerrero, el Indio Plata, Eloy Carrillo, el Gringo Capwell, Cucho Yturralde, Perfume Cabrera y Julio Martín Jurado, símbolos legendarios en la historia de ambos clubes. Que nos dure la alegría en la crucial segunda vuelta del torneo nacional y en la Copa Libertadores de América. (O)