Muchos futbolistas que alcanzaron la fama con base en sus grandes cualidades y habilidades con la número cinco se convirtieron rápidamente en ídolos, en personajes populares. Muchos de ellos fueron declarados embajadores de sus naciones. La Unicef los busca para sus campañas, y el último caso de este tipo es Lionel Messi, nombrado embajador de buena voluntad de la ONU para la infancia. Pero también existen reconocidos futbolistas que mostraron otras facetas fuera de las canchas.

Uno de ellos es el popular Ronaldinho, quien sometió sus éxitos deportivos a su estilo de vida. Fue indiscutible figura del Paris Saint-Germain, del FC Barcelona y del Milan. Se comenta que para pernoctar buscaba los lugares más reconocidos y gastar parte de su fortuna en lugares donde las mujeres eran expertas en mostrar sus estilizadas figuras.

Detalles de sus fantasías reveló Lisa Collins, bailarina inglesa que obtuvo mucho dinero contando sus inolvidables noches con Ronaldinho, quien así se pasó su vida, mostrando esa dualidad tanto con la pelota como con las mujeres. Hace dos años, Ronaldinho y su hermano fueron a parar a una cárcel de Paraguay. Luego de seis meses salieron en libertad condicional en el proceso por portar pasaportes y cédulas paraguayas con contenido falso. Pienso que si el virtuoso Ronaldinho se hubiese dedicado de lleno al fútbol fácilmente disputaría ser considerado entre los mejores de la historia, como hoy ocurre con Pelé, Alfredo di Stefano, Diego Maradona y Messi.

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Sus placeres lo dejaron fuera de esa lista selecta. Otra figura brasileña del fútbol que corrió suerte parecida fue Garrincha, el mejor regateador de la historia. Era un hombre sin muchos recursos intelectuales, pero el pueblo que lo amaba decía que ellos no necesitan palabras ni discursos bonitos, sino sus genialidades. En la auriverde lució el mismo número 7 que en Botafogo, con el que fue campeón mundial en Suecia 1958 y Chile 1962, y en esa Copa del Mundo fue elegido el mejor jugador.

Era tal su habilidad que Garrincha burlaba con una misma jugada a todos los defensores. El balón desaparecía mientras sus movimientos confundían al rival. Pero a este genio de las canchas le gustaba la prolongación de las noches, las hermosas mujeres y la vida desenfrenada. Encontró en el alcohol su implacable aliado y vengador de sus excesos. Conoció en un bar a la cantante brasileña Elsa Soares, con quien se casó (uno de sus tres matrimonios conocidos). Garrincha tuvo catorce hijos, entre ellos uno que nunca conoció: el sueco Uif Lindberg, nacido de una aventura del 7 en el Mundial 1958.

No pasó mucho para que Garrincha se enfermara por la bebida. Mientras su magia en el fútbol desaparecía sus últimos años los pasó en las cantinas. Abandonó el fútbol y se fue a refugiar a su pueblo, Magé. Para apoyarlo, los organizadores de los carnavales de Río contrataban a Garrincha para pasearlo y que recibiera aplausos de su pueblo, pero él ya tenía la mirada perdida.

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Saludaba por instinto mientras dos hombres lo sostenían para que no se cayera. Terminó de hospital en hospital y el 20 de enero de 1983, con apenas 49 años, Garrincha amaneció muerto. Tenía un hematoma en un ojo, desplomado en su humilde vivienda. La autopsia determinó que padecía cirrosis, pancreatitis y congestión pulmonar.

George Best, conocido como el “quinto Beatle”, nació en Belfast (Irlanda del Norte) y tenía un talento indescriptible para el fútbol. Él mismo se describió con una de las tantas frases que lo convirtieron en un ícono fuera y dentro de la cancha: “Nací con un talento por el que muchos habrían dado la vida. Cosas que ningún otro jugador podía hacer, yo las hacía con facilidad. Sabía que era distinto y al final me convertí en un monstruo para mí mismo”.

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Era un extraordinario regateador y goleador. Ganó la Copa Europa con el Manchester United en 1968 y también el Balón de Oro. A los 22 años era millonario. Se paseaba en su Jaguar descapotado con hermosas mujeres, conducía sobrio o ebrio. Los periódicos se llenaban de titulares con sus excéntricas declaraciones.

Fue sancionado varias veces por su arrogancia e irrespeto. Su entrenador en el Manchester United le hizo rescindir el contrato por su irreverencia. Se fue a equipos secundarios de Irlanda, Australia y Estados Unidos. En todas partes Best, gracias a su atractivo físico, conquistó a toda mujer que tenía en la mira.

No dejó nunca la bebida. Entre sus dichos más celebrados están: “Tenía una casa en la playa. Para llegar allá había que pasar por delante de un bar. Nunca llegué a ver el mar”; “En 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los 20 peores minutos de mi vida”; “No es cierto que me haya acostado con seis Miss Mundo, solo fueron tres”.

Los excesos de Best lo llevaron a largas hospitalizaciones y a someterse a un trasplante de hígado. Con apenas 59 años, murió en el 2005. Uno de sus últimos mensajes fue dedicado a los jóvenes: “No mueran como yo”.

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Historiadores de fútbol brasileño han escrito que en los años cuarenta hubo un crac de tal dimensión que hasta suelen compararlo con Pelé; se refieren a Heleno de Freitas. Jugó en Botafogo, el equipo de sus amores, pero también los placeres carnales lo desviaron del camino.

A Heleno se lo considera el primer playboy del fútbol. Periodistas de la época lo calificaron como proclive a los excesos. Jugó nueve temporadas en el Botafogo. Heleno de Freitas fue también abogado y políglota. Al día siguiente de sus noches de copas era capaz de mostrar toda su magia en las canchas. Cansado de Río, como él mismo declaró, viajó para jugar en el Junior de Barranquilla, donde lo recuerdan como a un ídolo y también por el gran número de damas, de todas las condiciones, que lo buscaban porque conocían de sus proezas lujuriosas.

El periodista Marcos Eduardo Neves, en la biografía de Heleno de Freitas, lo describe como un jugador temperamental, guapo, millonario y elegante. Se casó con la hija de un diplomático y le señalan miles de romances extramatrimoniales. Jugó para Brasil en la Copa América de Chile 1945, donde quedó goleador con seis anotaciones, dos de ellas convertidas a Ecuador.

Heleno de Freitas jugó en Argentina nada menos que en Boca Juniors. El escritor Eduardo Galeano lo describió así: “Tenía estampa de gitano, cara de Rodolfo Valentino y un humor de perro rabioso”. Su vida descontrolada lo llevó a la muerte, con 39 años. En 1959 le detectaron neurosífilis. La enfermedad trastornó su mente y fue internado en un manicomio de Mina Gerais. Una frase de Heleno definió su vida: “El fútbol, fuente de mis alegrías y mis angustias”.

Estas son algunas de las historias de futbolistas famosos que osaron combinar sus habilidades en el campo con otros regates en las alcobas, en compañía de despampanantes damas y burbujeantes bebidas espirituosas, tal cual la letra de un célebre tango: “Deliciosas criaturas perfumadas, / quiero el beso de sus boquitas pintadas. / Frágiles muñecas del olvido y el placer, / ríe su alegría como un cascabel”. (O)