Barcelona viajó a La Plata lleno de ilusiones. El partido de ida ganado 2-1 en Guayaquil hacía pensar en que con una estrategia bien diseñada pelearía seriamente por la clasificación a octavos de final de la Copa Sudamericana 2023. El ídolo del Astillero llegó a ese playoffs como uno de los mejores terceros en la Copa Libertadores, en su grupo respectivo.

El rival fue Estudiantes, un club que para el barcelonismo representa un grato y permanente recuerdo porque en 197 los canarios lo derrotaron de visita, por la Libertadores. Por la relevancia del triunfo la prensa argentina denominó al hecho la hazaña de La Plata, una victoria que hoy majaderos e irrespetuosos han intentado mancillar. Por suerte el periodismo de la llamada ‘vieja guardia’, con sus testimonios, se encargó de sepultarlos.

Barcelona SC y la hazaña de La Plata, mancillados por algunos periodistas

El primer partido de esta llave de playoffs fue emocionante por la intensidad y la predisposición anímica que tuvo Barcelona. Inspiraciones de Fidel Martínez y Janner Corozo permitieron el 2-1 amarillo, pero en el resumen y análisis del rendimiento los toreros dejaron muchas dudas en su organización colectiva. En varias ocasiones Estudiantes hizo notar en Guayaquil la vulnerabilidad defensiva de Barcelona, tanto así que el periodismo argentino hizo hincapié en la oportunidad perdida de los pincharratas en Ecuador.

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Antes del decisivo juego de vuelta el presidente Carlos Alfaro Moreno hizo dos anuncios a la comunidad barcelonista. Primero, sin hacer mucho esfuerzo, y como quien no dice mucho, reconoció que le da vuelta en la cabeza continuar cuatro años más frente al club. Esto llamó la atención porque días atrás aseguró que su decisión era retirarse para descansar del agobiante y desgastante ejercicio de la presidencia de Barcelona.

Emelec y Barcelona SC han perdido el rumbo

Lo otro que dijo Alfaro Moreno fue que se decidió que el flamante DT uruguayo Diego López se haga cargo inmediatamente del equipo y que sea él quien dirija en La Plata, desplazando a Segundo Castillo y Pablo Trobbiani, quienes estaban encargados de la conducción técnica. Desde mi punto de vista fue una medida equivocada e injusta, en vista de que a esas alturas la dupla mencionada después de mucho esfuerzo habían sintonizado con el grupo e implantado una idea de cómo competir.

Por el poco tiempo que López tenía para reconocer, al menos, donde estaba pisando, entregarle la responsabilidad era una aventura riesgosa, como efectivamente se comprobó con una derrota humillante que representó la eliminación de Barcelona de la Copa.

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Con esas novedades se viajó al partido de vuelta, siempre pensando que una luz de esperanza alumbraba al cuartel amarillo. Pero sucedió que las tinieblas nublaron el criterio futbolístico. En apenas 20 minutos Estudiantes ganaba 2-0 y sentenció la serie. Desde lo táctico Barcelona estuvo mal planteado. Un tridente lento en la mitad del campo, fue permisible en lo defensivo e inoperante en lo ofensivo. Fracasó en el sector medular, sin un cuadrante central bien posicionado y con marcadores de línea expuestos y desubicados.

Estudiantes se dio un banquete. Las evidentes fallas de conceptos tácticos demostraron que el técnico López fracasó en su planteamiento. Nunca vio, no se enteró y peor corrigió. Basta mencionar que cuando el equipo perdía 4-0 se le ocurrió fortalecer la defensa al agregar a un central y reconformar en línea de cinco. Eso lo dice todo. Lo hizo porque alguien le advirtió que si Barcelona continuaba como estaba la goleada sería mayor, inmisericorde. López veía llegar ese tenebroso desenlace.

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La derrota fue humillante. Barcelona improvisó al dejar que el uruguayo López asumiera y se postergó a Castillo. Fue un error importante. La permanencia de Castillo en el juego con Estudiantes no garantizaba la clasificación, pero por lógica él era más cercano al conocimiento y comportamiento del grupo. Las declaraciones de Castillo en la rueda de prensa fueron reveladoras. En pocas palabras dio a entender que él habría presentado otro planteamiento. Lo demás cae por su propio peso.

Estas fueron las palabras de Alfaro Moreno al regreso: “No salió nada, fue un partido decepcionante”. Fue elocuente. Lo que nunca dijo fue: “pedimos disculpas a la afición barcelonesa por este vergonzoso resultado”.

En la otra tienda, la de Emelec, una tenue luz al final del túnel hace abrigar la esperanza de una recuperación, desde lo futbolístico al menos. La clasificación a octavos en la Copa Sudamericana los ilusiona si se considera que el rotundo fracaso en la Liga Pro, en la primera etapa, tiene nombres y apellidos. Comenzando por la dirigencia que encargó la conducción del siempre exigente equipo eléctrico a un DT sin mayor trayectoria: Miguel Rondelli. La falta de recorrido y experiencia del argentino se notó porque la presión lo consumió. El equipo era una verdadera veleta que giraba sin rumbo cierto.

El frustrante rendimiento hizo que la directiva reconozca su error y contratara urgentemente al colombiano Hernán Torres, que en su palmarés cuenta con algunos títulos. En las pocas presentaciones de Emelec su nuevo entrenador entendió que se debía reorganizar el sector defensivo, como primera medida para mitigar el principal problema estructural. Tanto así que en Lima le ganó al Sporting Cristal el partido clave para la clasificación y demostró que cuando es organizado debidamente se puede mantener un argumento defensivo como estrategia.

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Revalidó aquello en el segundo tiempo en el Capwell, cuando el Sporting Cristal sometió a Emelec en varios pasajes de ese periodo en el que destacó la excelente actuación del arquero Pedro Ortiz. Para Emelec esta clasificación sirve para generar un resplandor de esperanza en su afición, y además le da algo de tranquilidad a la criticada dirigencia. La nueva ronda seguramente apuntalará las finanzas del club.

Lo que no debe perderse de vista es que para salir de las últimas posiciones de la tabla de la Liga Pro, para ser un equipo competitivo que aspire a llegar a ubicaciones estelares, Emelec debe reforzarse de acuerdo a sus necesidades, que son notorias y variadas (tanto en medio campo y en ataque). Las conocen suficientemente la dirigencia y el cuerpo técnico, tal como lo anunciaron públicamente hace pocos días.

Después de la euforia de la clasificación en Emelec se ha modificado el criterio de reforzar la plantilla. El propio Torres se encargó al anunciar que en esta época del año es muy difícil contratar, que por ahora los jugadores de nivel que él pretende cuestan mucho y que prefiere un equipo tranquilo, que está contento con lo que tiene. Pienso que la emoción que produjo la clasificación hizo que Torres cambiara de discurso.

Estoy seguro de que Emelec no tiene nivel para ganar la segunda etapa de la Liga Pro. Por ahora una satisfacción transitoria en lo futbolístico los deja tranquilos. El tiempo los puede hacer notar que vuelven a equivocarse. Que recuerden José Pileggi, Torres y compañía que ese resplandor copero perdurará si se mantiene viva la llama de la introspección y de la enmienda. De lo contrario, enormes nubarrones retornarán para oscurecer la esperanza que hoy tienen. (O)