Parece un pacto de silencio, aunque en realidad nunca nos hayamos puesto de acuerdo en callar. La normalizada y convencional idea de maternidad, expuesta en redes sociales o difundida en publicidades, suele ser una tierna postal de un recién nacido junto a una madre sonriente, desbordada de felicidad, con los ojos llenos de ilusión y algo de rubor en el rostro para que el cansancio y las ojeras no la empañen.