La ausencia de políticas culturales es la dolencia de los que se dedican al arte en el Ecuador, que de manera cíclica se ilusionan con la idea de que habrá un cambio, pero hasta ahora sus esperanzas no han estado bien fundadas.

La creación de un sistema educativo que sensibilice a la población estudiantil, atraiga a los talentos y les permita desarrollarse es otra de las propuestas. Sin embargo, no es una opinión unánime.

Hoy, voces del mundo del teatro, la música, la literatura y el cine nos cuentan sus historias de dificultades, pero también comparten sus convicciones sobre la producción de arte en el país.

Publicidad

‘Hemos sido tratados como delincuentes culturales’: Juana Guarderas, actriz de teatro y televisión

Alguien que vive y respira teatro (porque vive junto a uno, el Patio de Comedias en Quito) es la actriz y directora Juana Guarderas. Y ella está muy clara en lo que su país adeuda al gremio. “Ay, Dios mío, nos debe todo. El Estado ecuatoriano está en deuda no solamente con los actores y actrices, con el arte, con la cultura en general. Siento que no se le ha dado el lugar que el arte y la cultura deben ocupar en un país con una diversidad cultural tan esplendorosa, con exponentes artísticos de muy buen nivel”, dijo en entrevista con este Diario.

QUITO (07-09-2023).- Juana Guarderas, actriz y directora del teatro Patio de Comedias, en el teatro, en el norte de Quito. Alfredo Cárdenas/ EL UNIVERSO. Foto: Alfredo Cárdenas.

“Seguimos siendo la última rueda del coche y los procesos de políticas culturales, en lugar de avanzar, siguen retrocediendo. Cada vez perdemos más terreno”. Los proyectos artísticos son finitos, alega, porque no hay una garantía de que puedan sostenerse.

Inmediatamente da ejemplos. “Teníamos una ley de cine: desapareció. Teníamos un Instituto de Cine, un Consejo Nacional de Cine: desaparecieron”. La batalla de la comunidad artística da un paso y retrocede varios. “Alguna vez escribí un pequeño artículo para una revista que decía “Cómo hacer teatro en el Ecuador y no morir en el intento”, cuenta Juana, quien tiene muy presente lo difícil de trabajar sobre los escenarios con ausencia de políticas culturales.

Publicidad

Tengo para escribir un libro de anécdotas de confrontar a las autoridades, a las instancias que ven a los artistas como peligrosos para el poder.

Juana Guarderas

“Nuestro trabajo ha sido tratado como un delincuente cultural”, añade con indignación. “Hace poco, unas autoridades municipales hacían control en nuestro espacio, y yo les preguntaba si estábamos cometiendo un delito”. El Patio está en el barrio de la Mariscal. “Ese mismo día en que la autoridad nos visitaba por un evento artístico que teníamos, y que para ellos estaba fuera de lugar, hubo un asesinato en la colonia Amazonas, a pocas cuadras de donde estamos nosotros”, lamenta.

Juana Guarderas abandona las cocinas de ‘MasterChef Celebrity Ecuador’: su locro de papas no superó los huevos fritos de Danilo Carrera

“No hay fomento para las artes escénicas, no hay respeto a nuestro quehacer”, y aquí Juana se lanza a otra forma de reducción del trabajo del artista. “Por ser figura pública me llaman infinidad de veces instituciones y autoridades: ‘Venga, queremos una campaña’. ¡Que ponga mi imagen!, y muchas veces de manera gratuita. Yo les digo: Discúlpeme, ¿usted está haciendo voluntariado? No, usted tiene un trabajo y gana un sueldo. Me está pidiendo que yo regale mi imagen, que es algo que he trabajado durante muchos años, una trayectoria que el público conoce y respeta”.

Publicidad

Su sentimiento, al final de esta entrevista, es que es doloroso incidir en políticas culturales. Habla como una victoria de la única vez que lo logró, en 2006, al cambiar una ordenanza municipal que atentaba contra el trabajo de los artistas escénicos, en la administración del alcalde Paco Moncayo, “la única autoridad por la que me he sentido respetada en este país”.

‘Ha sido un programa lacrimógeno’: Juana Guarderas dice que su familia le ‘jaló las orejas’ por eliminarse de ‘MasterChef Celebrity Ecuador’ con un locro

¿Y para el resto? “No existimos. ¿Uno quiere sacar una Licencia Única de Actividades Económicas en Quito? No existe el concepto de centro cultural, no existe el de teatro. ¡Por Dios, estamos en el siglo XXI! Entonces, para poder justificar mi actividad principal tengo que crear una secundaria. Para obtener licencias para mi espacio que tiene 43 años de historia tengo que llevar el historial para que me digan: ‘Bueno, sí, puede’”.

Sin embargo, eso no la desmotiva. Le ha servido para integrarse a la obra de creación colectiva De cómo murió el teatro, propuesta del Colectivo Llama, con artistas como Carlos Michelena, Daniel Moreno y Gerson Guerra, entre otros. “Nos invitaron a reflexionar en cómo fue haber vivido la pandemia, el cierre de los teatros. Tengo un momento en el que hago un trabajo personal, como Juana. Casi de manera violenta hago mi queja sobre esta sensación impotente de hacer arte en el Ecuador. No es de este Gobierno ni el anterior ni el anterior. Son todos, no se libra uno”.

Educación en arte y cambio de mentalidad, las recomendaciones de Paulina Aguirre, cantante

“Creo que la peor esperanza que puede tener un pueblo es en las autoridades”, expresó en octubre de este año la cantante ganadora de un Grammy Latino y una Gaviota de Plata Paulina Aguirre. Entonces recalcó que los gobiernos no tienen las soluciones, y que ella cree más en el trabajo personal (dirige la fundación Mujer de Fe, para personas migrantes que salen de contextos de violencia familiar).

Publicidad

Paulina Aguirre ha sido ganadora de un Grammy Latino, al que ha estado nominada cinco veces, y también candidata a un Grammy. Foto: IG @paulinaaguirremusic

Aguirre se muestra optimista de que la crisis actual es superable, por la riqueza en biodiversidad y cultura del país, distinguidas a través del arte. Cree que hay oportunidades, pero también grandes inconsistencias, como le ocurrió a ella, que en la adolescencia ganó una beca para estudiar en una universidad privada, por su talento, pero en el día a día le faltaba el dinero para comer.

Pero sí hay áreas en las que los Gobiernos tienen que actuar, opina, sobre todo en dar una educación que propicie la sensibilidad artística. “Nos ha faltado brindar a la comunidad opciones para sensibilizar su vida. De hecho, el mejor programa de sensibilización que existe se llama El Sistema (creado en 1975 por el músico venezolano José Antonio Abreu), que compró instrumentos sinfónicos a través de donaciones y organizó el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles”.

Cantante ecuatoriana Paulina Aguirre: Esta quinta nominación (al Grammy Latino)... es una palmadita en la espalda para seguir haciendo el trabajo que vengo haciendo

Recuerda que de ese entorno salió Gustavo Dudamel, que empezó como director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, llegó a liderar la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y actualmente está a cargo de la Ópera de París. “Los medios le llaman un ‘animal’, porque tiene una pasión increíble”. La música, argumenta Aguirre, el arte en general, son algunas de las cosas que los Gobiernos tienen que implementar.

Pero enseguida se sitúa en la realidad ecuatoriana. “Cuando tú preguntas porque, por ejemplo, quieres abrir una fundación, te dicen: ‘No lo hagas a través de Cultura, porque es uno de los ministerios a los que menos presupuesto le dan”.

Pero no es solo un mal estatal. “’A ver, qué carrera estudias’, me decían cuando estaba en la universidad. Les contestaba que Música, y me aclaraban: ‘No, no qué hobby, qué carrera estudias’. Mientras no cambiemos la mentalidad, no se puede hacer grandes cosas”.

‘No solo hay que apoyar al arte por ser ecuatoriano, sino porque es bueno’, defiende el director de cine Santiago Paladines

Algo en lo que los gremios de artistas y las autoridades pueden colaborar es en incentivar a la gente a que consuma arte local, opina el escritor y director de cine y docente en la Universidad San Francisco de Quito Santiago Paladines (Estrella 14, El viaje, Los wánabis).

Santiago Paladines fundó la productora El Viaje Film, con base en Quito y Los Ángeles.

A su parecer, en el país hay ciertos nichos en los que la gente está acostumbrada al arte local. “Por ejemplo, el teatro en Guayaquil y en Loja se aprecia muchísimo, y la obra de los artistas ecuatorianos es bien considerada, pero hay poco acceso a ella en el resto del país”.

En cine hay un reto muy específico. “Cuando nuestros filmes son proyectados en las salas comerciales, se nos hace muy difícil competir con los grandes estrenos hollywoodenses o de otros mercados del mundo, porque estos vienen con rostros de estrellas muy conocidas y presupuestos de producción muy altos”.

Amistad, codicia y dinero fácil en ‘Los wánabis’, largometraje cómico ecuatoriano que llegará a los cines el 26 de octubre

Cuando una película ecuatoriana se estrena, tiene obstáculos en lo más básico, que el público se entere de que está en cartelera, dice Paladines, e insiste en que la clave está en las gestiones coordinadas entre artistas y autoridades para reanimar el amor por la creación local.

“En otros países el arte local es el más consumido; en nuestra tierra eso no pasa. Pero en el momento en que la gente sienta que existe organización y calidad en el entretenimiento, que se presentan asuntos de un nivel más elevado sin la necesidad de que sea aburrido, cuando sientan la confianza de que pueden ir a ver una película ecuatoriana y salir satisfechos, ellos irán”.

Finaliza diciendo que no se trata de una cultura paternalista. “No solo hay que apoyar al arte por ser ecuatoriano, sino porque es bueno, porque hay propuestas y porque significa aceptar nuestra identidad, conocer nuestras propias raíces, cambios y evoluciones que tenemos como sociedad ecuatoriana”.

‘No nos debe nada’: Jeovanny Benavides, Premio Nacional de Literatura Eliécer Cárdenas 2023

“No creo que el país les deba nada a los escritores”, dice el escritor, profesor universitario y doctor en Comunicación Jeovanny Benavides Bailón. “Se parte de la obviedad cuando se dice que el escritor, si presume de serlo, debe ponerse a escribir. Entre otras cosas porque, como bien afirmó Gao Xingjian, Premio Nobel en el 2000, la literatura solo puede ser la voz del individuo; siempre ha sido y será así”.

¿Qué necesita un autor para escribir? Benavides lo resume en espacio, voluntad, tiempo y un bolígrafo con un cuaderno o un computador. “Virginia Woolf, refiriéndose a las autoras, añadiría que dinero y una habitación propia. El resto es disciplina y un trabajo arduo traducido en un derroche de horas sentado para crear como un poseso. Frente a ello, qué puede hacer el país (léase gobierno de turno o aquella masa informe llamada Estado) para impulsar la carrera de un escritor”.

El escritor y docente Jeovanny Benavides con su novela 'Pilares de la noche vana', publicada en febrero de 2020.

En cuanto a los premios, su convicción se mantiene. “Se podría decir que ese país les debería a los autores algún reconocimiento, mérito o galardón; de esta forma cumpliría con una suerte de estímulo al oficio literario y asunto liquidado”. Pero esto tiene sus matices. Javier Marías, el último de los autores españoles que merecía el Nobel, se negó a recibir los 20.000 euros del Premio Nacional de Narrativa que concede el Ministerio de Educación y Cultura del Gobierno español, porque no quería estar vinculado con el poder”.

En Ecuador (”donde ningún escritor vive del oficio literario ni hay alguien suficientemente loco que rechace esa cantidad”), el más importante que confiere el Gobierno es el Premio Nacional Eugenio Espejo: $ 10.000, una pensión vitalicia de más de $ 2.000 “y una medallita”.

El discurso (romántico, dicho sea de paso) de que la falta de apoyo impide descubrir a una joya escondida cada vez es menos convincente. Si es una joya verdadera brillará con luz propia.

Jeovanny Benavides

El proceso de selección, explica Benavides, es sencillo: “Un organismo conocido como el Consejo Nacional de la Cultura, que hace las veces de un demiurgo regulador literario, como un ente en la China de Mao, escoge a los finalistas y es el sujeto que reposa momentáneamente en el sillón de Carondelet quien con su sapiencia y erudición literaria hace recaer su sagrada voluntad en un septuagenario u octogenario autor. Ese es el aporte del país a la literatura, además de iniciativas de organismos como la Casa de la Cultura y una que otra universidad pública”.

¿Es suficiente?, se pregunta el autor. “El discurso (romántico, dicho sea de paso) de que la falta de apoyo impide descubrir a una joya escondida cada vez es menos convincente. Si es una joya verdadera brillará con luz propia; en cambio, si su valor está en entredicho, morirá en el olvido. Alguien diría:

—¡Ah, pero es que se necesita apoyo del país para que se publiquen las obras de un gran escritor!

La publicación es un proceso editorial, no autorial”, enfatiza. “Y ese ya es otro tema. El negocio que tienen las editoriales es un asunto de ellos, porque es su dinero y lo manejan a su antojo. Nadie puede obligar a una empresa privada a invertir donde no quiere. Sin embargo, la escritura de verdad, la que trasciende y no la parafernalia editorial que ofrece una infinita variedad como platillos en un restaurante, es bien distinta, porque marca con sus huellas la condición humana en un periodo histórico concreto”.

A menudo, continúa Benavides, este modo de hacer literatura no encuentra ningún reconocimiento en vida de los autores, “como Kafka, que nunca recibió un premio literario. No obstante, lo más importante para un autor, para el escritor de verdad, es el proceso de escritura. Lo demás constituye un mero accesorio”.

Reencuentros inesperados, la migración y el perdón en novela ‘Pilares de la noche vana’, de Jeovanny Benavides

“John Fitzgerald Kennedy, cuyo máximo mérito fue liarse con Marilyn (Monroe), decía que uno no debería ir por la vida preguntándose qué puede hacer tu país por ti, sino que deberíamos preguntarnos qué podemos hacer nosotros por el país. Para el primer planteamiento existe un remedio: la queja insana. Para el segundo, la única solución es, en cambio, el trabajo duro. Reitero: el escritor, si presume de serlo, debe ponerse a escribir. Por esta razón, no creo que el país les (nos) deba nada”. (F)