La cocina vasca, a partir de la década de los 80, generó una revolución gastronómica en el mundo, bajo cuya influencia aún vivimos. Este influjo fue tan grande que le arrebató a Francia la hegemonía en la vanguardia gastronómica mundial que sin duda alguna mantenía por varios siglos. Este movimiento, y los coletazos que produjo a finales del siglo pasado, dejaron huellas en el mercado gastronómico. La cocina pasó de ser un oficio a una mezcla de arte y ciencia, y se convirtió en un factor de decisión para escoger destinos turísticos.