En 1969, el cineasta y documentalista Michael Lindsay-Hogg (82) dirigió la memorable última sesión musical de The Beatles, en la terraza de Apple Corps, que se insertó en el documental Let It Be. De esa última producción conversó este 6 de julio en entrevista con Guillermo Hidalgo, en el programa matutino Así amaneció (Radio City, de lunes a viernes, de 07:00 a 10:00).

¿Cómo se involucró en el proyecto? Lindsay Hogg dice que ya había sido parte de la grabación de dos videos musicales de los Beatles en 1966, Paper Back Writer y Rain, y luego empezó a trabajar con The Rolling Stones, entre 1967 y 1968.

Un año después de eso, Paul McCartney llamó a Mick Jagger y le preguntó cómo había sido trabajar con el director nacido en Nueva York y arraigado en el Reino Unido. “Grandioso”, dijo Jagger. El beatle llamó a Lindsay-Hogg para invitarlo a escuchar su álbum.

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El primer problema que el cineasta notó fue en Hey, Jude. “Había un coro de 4 minutos, y no importaba cuán talentosos y carismáticos fueran los Beatles, no podía enfocar la cámara en ellos todo el rato. Así que pensamos que sería buena idea traer una audiencia, y tuvimos entre 150 y 200 personas”.

Confiesa que no sintió Let It Be como un trabajo pesado, a pesar de la atmósfera que a menudo se le atribuye al estudio durante ese tiempo. ¿Por qué? “George Martin no estuvo tan presente como en álbumes anteriores, principalmente porque la idea era que fuera desnudo, sin adornos, sin nada. No necesitaban un productor, sino un ingeniero de audio. Sería un especial para televisión, una extravaganza”. No tenía la sospecha de que todo terminaría en un concierto, rememora, y el que motivó el cambio fue George Harrison.

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Sí, había tensiones en el set. George se desapareció por una semana y cuando volvió dijo que no quería saber nada del show, que quería concentrarse en la música, y de la noche a la mañana, el especial de televisión que Lindsay-Hogg había tenido en sus manos se convirtió en un documental.

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Sobre el trabajo de Peter Jackson en ‘Get Back’

El director neoyorquino tiene muy claras las diferencias entre su Let It Be y la serie documental Get Back (2021) realizada por Peter Jackson. Este, explica, tuvo que trabajar con la realidad de que dos de los Beatles habían muerto, Paul tenía ya 79 años y Ringo 81. “Cuando yo estaba trabajando por ellos, estaban en la transición de ser chicos en sus tempranos veinte años a ser hombres en sus veintes tardíos. Cuando traté con ellos, eran gente totalmente diferente (a años posteriores), apasionados, opinadores, frustrados, ambiciosos y talentosos”.

Así que recomienda disfrutar ambos trabajos como dos experiencias separadas por el tiempo, por la extensión (90 minutos versus 8 horas). “Cuando George volvió, uno de ellos, probablemente Paul, dijo: ‘Seguimos siendo Los Beatles, así que no hay razón de mostrar que George se fue’. Ellos querían ser vistos como más maduros que cuando empezaron, pero también querían reflejar que estaban completos, que eran un todo. Y es necesario establecer esto como un hecho histórico: rodamos Let It Be en enero de 1969, y lo editamos el resto del año. Los Beatles estaban juntos, no se habían separado, e iban a grabar otro álbum (y otro video)”.

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Recién a fines de octubre, rememora, hubo una implosión en el grupo, por temas económicos y de manejo del grupo, y el documental pasó casi inadvertido cuando se estrenó, en 1970, porque sus protagonistas se habían separado hacía unos meses. Así, este filme no puede contar una ruptura, porque fue hecho un año antes. “La gente malinterpretó lo que se suponía que Let It Be debió ser”.

¿Tuvo Yoko Ono algo que ver? Lindsay-Hogg desmiente esta versión. Los Beatles veinteañeros, como los recuerda, eran una especie de “alpha males” (machos alfa), y las esposas y novias no tenían roles principales en el grupo, y no solían ir a los estudios. John y Yoko cambiaron esta costumbre, pero ella rara vez comentaba sobre la música y se limitaba a escribir, dibujar, pintar y acompañarlo.

El director recuerda también las diferencias entre las personalidades de los Beatles en ese tiempo. Ringo Starr era el más gracioso y agradable, siempre cordial. George, en cambio, estaba muy frustrado porque sabía que estaba componiendo música maravillosa, pero sentía que no podía romper la cadena que habían creado los dos compositores líderes, Paul y John. (E)