‘Espero que esto se calme pronto, porque así no se puede vivir, sin poder trabajar’: el centro porteño labora ‘a media llave’ y con resguardo en dependencias

Las puertas de metal están cerradas en al menos ocho de cada diez comercios ubicados en los pasillos de la Bahía, un sector de al menos 40 manzanas en el centro de la ciudad.

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Desolado estaba este punto cerca de las 10:00 de este miércoles 2 de noviembre. A diario se mueven por sus calles y pasillos miles de personas y los vendedores ambulantes estrechan el ancho de las aceras, gritando a viva voz sus ofertas.

Sin embargo, eso fue diferente este miércoles. Los puestos que dan a la calle Olmedo, algunos, estaban vacíos. Los locales de venta de camisetas y edificios que comercializan artículos deportivos tenían sus puertas cerradas.

Algunos recién llegaron a las 09:30 a limpiar las aceras y abrir la puerta hasta la mitad. En cada esquina hay agentes de la Policía Metropolitana que hacen rondas a pie en grupos de tres y cuatro personas.

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Algunos caminan desde y hacia el Municipio que está cercado con vallas de metal desde la tarde del martes 1. Allí se han dispuesto al menos 200 agentes de control para resguardar el Palacio Municipal y los edificios municipales.

En la Bahía, el temor se apoderó de los propietarios de locales luego que entre la madrugada y tarde del martes 1 se registraran cerca de una veintena de eventos violentos entre explosiones, ataques a agentes de la Policía Nacional y a Unidades de Policía Comunitaria.

Esto además de la alerta de saqueos que se registró durante la tarde del martes y que obligó a bajar las puertas de los locales a las 17:00.

Fabricio Crespo abrió su negocio casi a las 09:30, normalmente él llega a la Bahía a las 08:00 para atender media hora después. Él contó que entre sus compañeros había incertidumbre de lo que podía presentarse hoy en esta zona del centro y, por ello, evitaron atender a clientes.

”Es un momento duro, pero si no se trabaja no se come”, dijo el comerciante.

Carlos Domingo, quien vive en la zona del centro, señaló que después del confinamiento en marzo del 2020 esta es la segunda vez que observa locales y pasillos vacíos.

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“El movimiento aquí empieza generalmente desde las 08:00 hasta las 20:00 o más. Hoy la violencia y las bombas han espantado a todos”, relata el morador, quien añadió que es un panorama desolador después de la fiesta que se vivió el fin de semana por la final de la Libertadores.

Un comentario similar compartió Rodolfo. Él es un comerciante informal que se ubica en Colón y Pedro Carbo. “Hoy vine a ver cómo pinta la cosa, si escucho algo cierro mi maleta y corro”, manifestó.

Otros que sintieron los estragos de la inseguridad fueron los pequeños comerciantes. Juan Pérez realiza cambio de pilas de reloj en 10 de Agosto y Pedro Carbo. Hasta las 16:00 de ayer no había atendido más que a dos clientes.

“Espero que esto se calme pronto, porque así no se puede vivir, sin poder trabajar, sin poder comer”, indicó.

La misma suerte tuvieron locales que se dedican a la comercialización de carcasas e insumos de teléfonos. Los trabajadores aseguran que tienen la orden de los dueños de que apenas se escuche algo bajen las puertas y se vayan a sus domicilios.

Varias calles del centro, como Chile, Pedro Carbo, 10 de Agosto, mantuvieron un flujo bajo de usuarios. El Malecón Simón Bolívar está cerrado al público.

César Velasteguí, vocero del Municipio, explicó que tras los atentados del martes se adoptaron medidas y protocolos para proteger los bienes públicos.

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Él mencionó que los mercados de víveres y Caraguay tenían mayor resguardo. Además, los juegos acuáticos y piscina de olas estaban cerrados este miércoles. “Los protocolos pueden ir cambiando dependiendo de la información que entregue la fuerza pública”, dijo. (I)