Estoy escribiendo este artículo desde una cómoda butaca muy familiar, tanto que me hace sentir en casa… literalmente. Mi oficina ahora comparte el mismo espacio del área social de la casa, pues en unos cuantos días los hábitos cotidianos se han trastocado.

Y es que el futuro que veíamos lejano de repente llegó y nos golpea en forma de un corpúsculo diminuto que no tiene reglas ni obedece órdenes. COVID-19 ha sido lo más extremo de este entorno VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), creando un momento bisagra en la historia de la humanidad que nos hará cambiar nuestra forma de trabajar, relacionarnos, interactuar; en fin, de vivir.

Ante la pandemia, las empresas optaron por enviar a la mayor cantidad posible de sus colaboradores a teletrabajar. Suena muy bien, siempre que existan condiciones estables donde el tiempo sea fácilmente administrable. Pero ahora que estamos en cuarentena, nos encontramos con que no solo debemos trabajar, sino también atender a los hijos, contactarse con la familia, preparar los alimentos, realizar las tareas del hogar... Teletrabajar ha sido algo más complicado de lo que parecía.

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Esta realidad nos obliga a reaccionar, y así como hacen los virus, mutar. Aspectos como el liderazgo, la toma de decisiones, la entrega de resultados, deberán apartarse del paradigma tradicional y volverse más ágiles. Por ejemplo, hay jefes que solicitan informes detallados de actividades por horas al final del horario, como si fuese una jornada normal.

En las actuales condiciones de teletrabajo, la productividad ya no se debe traducir en cumplir el horario de 8 horas, sino en lograr los acuerdos en el tiempo pactado.

Por otro lado, los colaboradores deberán aceptar que no se requiere una supervisión constante para cumplir los acuerdos, sino que la situación amerita madurar la responsabilidad.

En este contexto, las decisiones deberán irse tomando semana a semana, incluso día a día, pues estamos ante uno de los más altos grados de incertidumbre imaginables. La flexibilidad mental, la resiliencia y el equilibrio de emociones se constituyen en competencias claves para salir adelante.

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Finalmente, es necesario comprender que estamos viviendo un momento en el que se está tejiendo una nueva economía. La vuelta atrás es improbable, y juntos tenemos que generar nuevas formas de solventar los desafíos que COVID-19 está generando en el país. Pero estos momentos difíciles nos demuestran que las cuestiones del trabajo, al final, se sostienen de la importancia, centralidad y dignidad que les demos a las personas. (O)