La semana pasada fui un mudo testigo de un interesante debate entre quienes defienden la variedad y cantidad de restaurantes en la ciudad, y otros que sostienen que vivíamos dentro de una gigante burbuja llena de fantasía, con una sobreoferta de negocios gastronómicos y platos exageradamente caros. Todo esto en el marco de lo que está sucediendo en la ciudad con algunos lugares que han tenido que cerrar sus puertas de manera definitiva.