En 1997, después de una agotadora gira promocional por tres continentes, me di cuenta de un fenómeno muy extraño: lo que había querido el día que destruí mi habitación parecía ser algo a lo que mucha gente también parecía aspirar. La gente prefería vivir en un asilo gigante, siguiendo religiosamente las reglas escritas por quién sabe quién, en lugar de luchar por su derecho a ser diferentes.

En un vuelo a Tokio, leí esto en un periódico: Según Statistics Canada, el 40% de las personas entre 15 y 34 años, el 33% de las personas entre 35 y 54 años y el 20% de las personas entre 55 y 64 años ya se han enfrentado a una enfermedad mental. Esto significa que una de cada cinco personas tiene algún tipo de trastorno psiquiátrico.

Canadá (origen de ese estudio) nunca ha pasado por una dictadura militar, es considerado el país con mejor calidad de vida del mundo, pensé. ¿Por qué hay tanta gente loca por ahí? ¿Y por qué no están internados?

Esta pregunta llevó a otra: ¿qué es exactamente la locura? He encontrado las respuestas a estas dos preguntas. Primero, las personas no son internadas porque continúan siendo socialmente productivas. Si puede llegar al trabajo a las 09:00 y no salir hasta las 17:00, la sociedad no lo considera inadecuado.

No importa que de 17:01 a 08:59 del día siguiente te sientes frente al televisor en un estado catatónico, te dejes llevar por las fantasías sexuales más perversas de Internet, que te pegues a una pared y culpes al mundo entero con la sensación de ser muy explotado, si estás petrificado por el miedo a salir a la calle, si estás obsesionado con la limpieza o la falta de limpieza, si sufres episodios depresivos o ataques de llanto.

Mientras te presentes a trabajar y hagas tu contribución a la sociedad, no eres una amenaza. Solo te conviertes en una cuando la gota que derrama el vaso sale a la calle con una ametralladora en la mano, como un personaje de dibujos animados, y dispara a quince niños para alertar al mundo de los efectos perniciosos de Tom y Jerry en la educación. Sin eso se te considera normal. (O)

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