En una superficie de 333 hectáreas habitan venados de cola blanca, osos perezosos, jaguar, mono araña y murciélagos longirrostros. Estas son solo una parte de las 711 especies entre fauna y flora que viven en el Bosque Protector La Prosperina, ubicado en Guayaquil.

Este lugar fue declarado como tal el 29 de junio de 1994 mediante Acuerdo Ministerial n.° 23 y se encuentra en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

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De las 711 especies registradas, 546 son de fauna. En anfibios y reptiles hay 26 especies como el sapo Ceratophrys stolzmanni, que está en categoría de vulnerable, al igual que el Hyloxalus infraguttatus. En reptiles están la boa imperator y el Drymarchon melanurus.

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Las aves son otro segmento y con más de 200 especies como el gavilán dorsigrís, catalogado en peligro, según la Lista Roja de Conservación, y el perico cachetigris; chachalaca cabecirufa y cabezón pizarroso, considerado como vulnerable.

Paolo Piedrahíta, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Espol, indica que en el bosque también habitan unas 20 especies de mamíferos que lastimosamente están en peligro crítico como el Cebus aequatorialis o mono capuchino ecuatoriano.

El Tayassu pecari (pecarí de labio blanco) y el Alouatta palliata (mono aullador de manto dorado) están en riesgo. Más de 300 especies de insectos y arácnidos hay en el bosque.

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En flora hay 165 que están representadas en 21 especies de árboles, 53 de herbáceas y 36 especies de lianas, explica Malena Torres, ingeniera agrícola y profesora en la Facultad de Ciencias de la Vida de Espol.

“El bosque alberga un alto índice de biodiversidad y, al encontrarse en una zona de vida de bosque seco tropical, sus especies están adaptadas a los cambios estacionales”, dice Torres, y menciona algunas como el pijío (Canavillesi platanifolia), en el cual anida el papagayo de Guayaquil; el guayacán (Tabebuia chrysantus), cascol (Caesalpina glabrata), ceibo (Ceiba sp.), entre otras.

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“La producción de recursos alimenticios del bosque, en su conjunto, contribuye a mantener la diversidad biológica del área. Tanto los recursos de frutos, semillas, insectos, hojas, como alimento en ambientes acuáticos sirven para mantener la riqueza de especies, especialmente para todos los animales. En cuanto a la diversidad de flora, esta se adapta a las condiciones de los nutrientes en el suelo, climáticas, con lo cual crecen, florecen, atraen insectos y otros animales polinizadores; luego cuando se producen los frutos, atraen animales dispersores de semillas y las mismas especies de plantas se mantienen colonizando nuevas áreas dentro del mismo bosque”, argumenta Torres. A este sitio llegan aves migratorias como el halcón peregrino (Falco peregrinus), piranga rubra (Summer tanager) y vireo ojirrojos (Red-eyed vireo).

En tanto, Andrea Reyes, catedrática de la misma facultad de la institución, indica que en las instalaciones se ejecuta un “laboratorio vivo” para la caracterización de la biodiversidad y el análisis de las interacciones ecológicas a nivel de poblaciones y comunidades.

“Este bosque como otros es un importante sumidero de carbono y cumple un rol clave en la mitigación de gases de efecto invernadero, considerándose un pulmón en la ciudad. Fija nutrientes en el suelo, mantiene la humedad de la atmósfera y contribuye en la protección de impactos naturales como tormentas”, dice Reyes.

En la Espol se realizarán monitoreos de vida silvestre y la implementación de estaciones de educación ambiental. (I)