El dosel es el estrato más alto del bosque, es decir, la copa de los árboles. Allí habitan un sinnúmero de especies tanto de flora como de fauna. En países como Ecuador la riqueza que se encuentra en estas copas es enorme, pero aún es muy desconocida. Es que llegar a estas zonas, en especial en árboles de 40 o más metros, para realizar investigaciones es complejo y se necesita de equipos y personal capacitado.

Debido a la falta de información científica es que la fundación Great Leaf se ha dedicado, entre otros aspectos, a levantar datos sobre el dosel. Su área de estudio es el bosque La Esperanza, en El Carmen, provincia de Manabí.

Este bosque nació como una iniciativa de Anelio Loor, miembro de la fundación quien desde 1997 se dedicó a conservar el área para defenderla de las principales amenazas como son la tala y destrucción del bosque para la agricultura.

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Actualmente, en La Esperanza se ha establecido una estación científica donde los expertos, estudiantes y pasantes llegan para hacer estudios de animales y de plantas.

En el bosque se ha designado una parcela para estudiar las especies de plantas que existen y su crecimiento. Dentro de estos estudios se han encontrado nuevas especies de flora para la ciencia.

Great Leaf ha propuesto el estudio de la copa de los árboles, con la escalada técnica de estos, a través del proyecto “Protegiendo a los habitantes del dosel de la selva ecuatoriana”, que incluso participó en un concurso internacional para obtener financiamiento, indica Andrea Narváez, directora de proyectos de la fundación.

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“El proyecto a largo plazo busca crear corredores ecológicos conectando los remanentes de bosques. El proyecto actual tiene tres ejes: monitoreo de fauna del dosel, a través de distintas metodologías de monitoreo como la escalada. El segundo es identificar aquellas plantas que sirven de alimento, refugio para animales. También vamos a reforestar algunos parches que se encuentran alrededor de La Esperanza y en algunas fincas aledañas al bosque. El tercer eje es que exista la participación de la comunidad para mejorar las prácticas de cultivo, ganadería de manera sustentable”, señala.

Afirma que se concentrarán en fomentar preceptos de ganadería inteligente que busca, por ejemplo, rotar sitios para que paste el ganado.

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Los técnicos de Fundación Great Leaf suben a copas de árboles para investigar. Foto: Cortesía Viviana Yánez

El estudio también permitirá saber más datos sobre el mono aullador que también habita en La Esperanza y cuyas poblaciones, en todo el país, están seriamente amenazadas. Conocer sobre la ecología de los animales amenazados permitirá priorizar las especies que se deben empezar a propagar para la restauración ecológica del bosque.

La restauración pretende generar un corredor ecológico para que en un futuro este bosque tenga conectividad con otros fragmentos de bosque que se encuentran en buen estado.

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Nicolás Tinoco, técnico de la fundación, indica que es de suma importancia estudiar lo que pasa en la copa de los árboles en el país, ya que es la última frontera de estudio para especialistas como los biólogos por lo difícil que es el acceso.

Subir a un ceibo o un guayacán son tan grandes que abarcan su propio ecosistema. Podemos encontrar desde anfibios hasta reptiles, insectos, aves, mamíferos como murciélagos, roedores. También hay marsupiales. De la copa de los árboles no se conoce mucho, de cómo viven los animales. cómo se mueven, dónde duermen, qué hacen”, sostiene.

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Subir a la copa de los árboles requiere de equipamiento específico. Foto: Cortesía Gustavo Pazmiño Otamendi

Tinoco señala que realizar este tipo de investigaciones tiene aristas que parecieran sencillas, pero son complejas como, por ejemplo, acceder a la base de los árboles porque los técnicos deben caminar hasta cinco horas para llegar a esta zona y cargando equipo especializado.

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Es un equipo diseñado para subir a los árboles como cuerdas, arneses de arborismo para subir de forma segura y eficiente para llegar a las copas. Llegar a la copa tarda entre 15 y 20 minutos, dependiendo de la condición física y luego se analiza si se ponen cámaras trampa, grabadoras, trampas de insectos, tomar las fotos. La falta de estudios también se debe a la dificultad técnica que todo esto representa”, dice.

A esto se suma el poco “interés” que existe para aprender las técnicas para ascender a los árboles. “Deben saber los tipos de árboles, por dónde se debe subir, de qué rama se pueden impulsar. También frena un poco la parte del financiamiento, puesto que no es lo mismo usar una cuerda para arborismo que un cabo fuerte que venden en las ferreterías”, añade Tinoco. (I)