Afecta la piel de anfibios y algunos solo se enferman y otros mueren. Estas son las consecuencias que genera el hongo quítrido que está distribuido en todos los continentes, excepto en la Antártida.

Existen dos especies de este hongo: Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) y Batrachochytrium salamandrivorans (Bsal). Y ambos son responsables del quitridiomicosis, la enfermedad que justamente afecta la piel y puede ser mortal.

“El Batrachochytrium dendrobatidis libera esporas que pueden nadar en cuerpos de agua (usan un flagelo como los espermatozoides) hasta encontrar una rana y terminar de desarrollarse en su piel. Las ranas infectadas pueden tener síntomas como laceraciones en la piel, disminución de movilidad y hasta la muerte. Se cree que hay una relación entre la cantidad de esporas del hongo en la piel de las ranas y el posible desarrollo de la enfermedad”, comenta Mateo Roldán, director de Investigación de Mashpi Lodge.

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Roldán indica que las especies pueden morir por fallas cardiacas y respiratorias. “Al respirar por la piel, las ranas enfermas de quitridiomicosis no pueden regular el movimiento de agua a través de su piel permeable, causando un colapso”, dice Roldán.

Sin embargo, no todas las especies tienen ese destino, también pueden volverse resistentes, señala el experto.

“No todos los anfibios infectados con Batrachochytrium dendrobatidis se enferman de quitridiomicosis o mueren. Hay algunas especies a las que llamamos “resistentes”. Estas especies son importantes agentes de investigación, pero al mismo tiempo de preocupación. Las especies resistentes son capaces de distribuir el hongo a grandes distancias, por el propio movimiento de los animales, y así exponer a otras especies que podrían ser susceptibles a la enfermedad”, señala Roldán.

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La enfermedad empezó a esparcirse a nivel mundial en 1970. Se presume que afectó a más de 500 poblaciones de anfibios, llevando a algunas de ellas a la extinción, explica el especialista.

En Mashpi Lodge han realizado dos estudios de Bd. El primero fue en el 2019, liderado por la Dra. Becca Brunner de la Universidad de Berkeley, y el segundo fue entre el 2021 y 2022 por Mar Moretta-Urdiales, estudiante de Ph. D. de la Universidad Estatal de Texas.

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“A estas investigadoras les pareció curioso cómo un hongo, que se desarrolla parcialmente en cuerpos de agua, puede estar presente en lugares con muy poca agua como los bosques secos o incluso estar presente durante la época seca”, sostiene Roldán.

El director de Investigación de Mashpi Lodge afirma que se ha encontrado más número de ranas infectadas con este hongo durante la época seca que la lluviosa. “Esto les hizo cuestionarse si existen nuevas fuentes de infección, además de ríos, lagos, lagunas o quebradas, y así llegaron a la Reserva Mashpi”, comenta.

El estudio de Moretta-Urdiales consistió en subir al dosel de los árboles (zona del bosque por sobre los cuatro metros desde el suelo) en busca de bromelias (plantas aéreas que por la estructura de sus hojas son capaces de retener agua de lluvia por largo tiempo con baja tasa de evaporación). Este equipo vio ranas viviendo en esos cuerpos de agua y algunas a más de 25 metros de altura.

Luego extrajeron el ADN ambiental y con el análisis se podrá averiguar qué vive o vivió dentro de esa planta.

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Roldán explica que, además, se halló, por primera vez, el hongo quítrido en el agua depositada en las bromelias de la Reserva Mashpi. Esto significa que quizás las ranas, además de poder ser infectadas en cuerpos de agua grandes como ríos y quebradas, también podrían estar siendo afectadas cuando buscan refugio en el dosel de los árboles.

“Los datos aún se están analizando, y lamentablemente, por ahora, no se pueden comparar porque es el primero de su tipo en el país”, afirma Roldán, y añade que el 57 % de especies de anfibios están catalogadas como amenazadas en el Ecuador. (I)