Tiene ojos saltones y amarillos, que en ocasiones suelen ser anaranjados; su plumaje se encuentra en una gama de colores predominantes marrón y gris. Y además es motivo de mitos y leyendas por su presencia y canto, que es confundido con los gritos “de una bruja”.

Se trata del pájaro punta estaca, también conocido como fantasma y madre luna, cuyo nombre científico es Nyctibius griseus (familia Nyctibiidae).

Esta ave tiene una excelente capacidad de camuflaje y es muy complejo localizarla cuando es de día porque se confunde con las ramas de los árboles. Se alimenta principalmente de insectos voladores.

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Diego Cisneros, profesor de la Universidad San Francisco y director del Museo de Zoología y Fauna Silvestre, menciona que esta ave es más nocturna y se alimenta durante el vuelo.

“Durante la noche salen a volar y con la boca abierta van capturando insectos que están activos. El nombre punta estaca viene del hecho que durante el día estas aves para descansar e incluso anidar se colocan sobre troncos, muchos en la punta, y se mimetizan por completo dado que el plumaje es muy parecido al color de la madera, o de la corteza de los árboles”, opina Cisneros, quien indica que tienen mayor presencia en la Amazonía y un poco en la Costa.

En cuanto a la Sierra, de acuerdo a Cisneros, no son muy comunes. “Los registros en la zona alta andina muestran que se perdió o fue arrastrada por alguna tormenta, un poco hacia los bosques a los costados de los Andes, pero no muy alto. Son principalmente tropicales”, detalla Cisneros.

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Por lo general, el tamaño del pájaro punta estaca o madre luna llega a los 38 centímetros y pone un solo huevo de color blanquecino en la punta de una rama. Foto: Cortesía Abel Gallo Pérez.

Además de estas características, Abel Gallo, biólogo del centro de rehabilitación de fauna de la Fundación Proyecto Sacha, destaca otras como el canto y su afectación.

“El sonido del pájaro punta estaca es bastante temido porque produce una vocalización bastante interesante, que puede ser confundido con gritos o llamados de una bruja, porque tiene el parecido a un grito de una persona y es difícil de observar. Las personas cuando escuchan al ave tratan de ver, observar quién lo hace y lo asocian con mitos con que el duende, que el diablo inclusive y tiene un grito bastante curioso; quienes nunca lo han escuchado les genera un poco de miedo”, asegura Gallo.

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Así también, Gallo sostiene que este temor lleva a que el ave pueda estar en peligro. “En Ecuador han sido gravemente afectados por la acción humana, así que en un corto tiempo podría esta especie estar en peligro”, lamenta Gallo, quien hace un llamado a la ciudadanía a no maltratar al ave ni otra especie.

Este criterio lo comparte Cisneros, quien enfatiza que son aves inofensivas y que cumplen un rol fundamental.

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“Depende de la percepción, a mí me gustan, en muchas culturas le dicen madre luna y otras personas dicen que trae mala suerte, esas son percepciones sociales y culturales. Les tienen miedo como a muchas de las aves nocturnas y no le hacen nada al humano. Ellas juegan un papel muy importante en el control de insectos, plagas para la agricultura como los que pueden transmitir enfermedades”, señala el catedrático Cisneros.

Según la Lista Roja de las Aves del Ecuador, el pájaro punta estaca está clasificada como en menor riesgo. A diferencia de otras especies, esta ave no crea su nido, más bien pone un solo huevo en una rama o sobre el extremo de una rama quebrada.

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Para los biólogos, esto es algo que asombra porque el ave se las ingenia para evitar que el huevo ruede y se rompa en el suelo. Por lo general, el huevo es grande, de color blanco con manchas de color gris, marrón y púrpura.

“El huevo tiene forma alargada que hace que no se ruede. La cría se queda ahí”, cuenta Cisneros. Y dice que, de a poco, la deforestación, expansión agrícola y la minería están destruyendo su hábitat.

En tanto, al Nyctibius griseus en otros países se lo conoce popularmente de otra manera. Por ejemplo, en Colombia como pájaro bruja; en Perú como ayaymama; y, en Bolivia como guajojó.

“Son únicas, hay muchos turistas que vienen a verlos por lo raro que son. No traen mala suerte, no son brujas, por lo contrario nos traen beneficios. Mientras menos de estas aves tengamos, más cantidad de enfermedades o plagas vamos a tener”, apunta Cisneros. (I)