Encender el aula es producto de una investigación con docentes ecuatorianos y con especialistas en televisión educativa, en el que las educadoras Mónica Maruri y Cinthya Game presentan las posibilidades de utilizar los medios audiovisuales y digitales, más allá de la televisión, para apoyar los objetivos de aprendizaje en el aula.

Maruri, experta en Educomunicación y Medios Audiovisuales, y directora ejecutiva del Instituto de Patrimonio del Convenio Andrés Bello (Ipanc), explica a este Diario la diferencia entre la educación a distancia o teleducación, que suple la falta de presencialidad, poniendo al profesor a hablar frente a la cámara, y la televisión educativa, que usa cualquier formato de entretenimiento para impulsar a los niños y jóvenes a aprender más y a actuar en consecuencia con lo aprendido.

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Un programa de entretenimiento educativo tiene un proceso de preproducción, investigación y producción, basado en un currículo. Pero también tiene un formato bien definido, creativo, artístico y lúdico, sea animado, teatralizado, documental o competencia. Sus elementos infaltables son:

  • Una historia que atrapa al niño.
  • Una experiencia entretenida, placentera.
  • Una identificación emocional.
  • Una provocación para que el niño se haga preguntas y quiera saber más.

“Parar a alguien frente a una cámara a darte un discurso es igual de poco educativo que un docente que solo habla. La verdadera televisión educativa (llegue por TV, monitor de computadora, tablet o teléfono inteligente), te lleva imágenes a distancia con una historia que te interesa, que te atrapa, como el documental de la vida silvestre en que ves a los leones perseguir a la gacela y te tiene pendiente de si se salvó o no se salvó. Capta tu interés y genera emoción”.

Buenas experiencias de televisión educativa latinoamericana y ecuatoriana

Entre los ejemplos de programas que lograron encender el aula y también los hogares está el emblemático Plaza Sésamo (en Latinoamérica, desde 1972; en Estados Unidos y Canadá desde 1969), con sus segmentos llenos de música cantada por artistas invitados, y con sus personajes entrañables, como el títere de un conde vampiresco que nos enseñaba a contar, un monstruo azul que trataba de controlar su pasión por comer galletas y un pájaro gigantesco que hablaba sobre sus sentimientos.

También el noticiario de títeres chileno 31 minutos, que con gran humor se daba el lujo de presentar a los niños documentales de más de 5 minutos en los que exponía el problema de la contaminación ambiental, guiados por un conejo rojo llamado Juan Carlos Bodoque, y de cuando en cuando les advertía contra el peligro del dinero fácil y las estafas.

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O el canal de la televisión abierta argentina Paka Paka (también en YouTube), con producciones sobre historia, cultura, geografía y situaciones diarias de los niños, como lavarse los dientes o dormir con la luz apagada.

Maruri invita a no pasar por alto Eureka tu canal (Colombia), de reciente creación, y con calidad “extraordinaria”.

En Ecuador, destaca la experiencia de Educa, del Ministerio de Educación, que difunde contenidos con objetivos pedagógicos y fichas de orientación para los docentes. Los contenidos están segmentados de acuerdo con el nivel escolar y a las materias.

Y también está la serie Arcandina, en la que uno de los personajes más memorables resultó ser el antagonista, Ratasura, una rata que ama la basura y se emociona ante el mal manejo de los desechos, pero siempre ve frustrados sus sueños por la acción del equipo de Arcandina.

Con estos ejemplos, Maruri anima a cambiar el paradigma de que la educación está revestida siempre de formalidad. “Lo educativo en el audiovisual es entretenido, atractivo, interesante, te apasiona, pero sobre todo te deja con preguntas. Los expertos que entrevistamos para hacer este libro dicen que es una televisión en la que el niño y el joven se ven a sí mismos, en el personaje que tiene frustración, que no entiende algo, que se le presenta un problema y sale adelante. Cuando apaga el televisor, el niño tiene más inquietudes, más preguntas, quiere saber más. Porque el secreto de la enseñanza y del aprendizaje es querer saber más, ir a experimentar”.

Lo que dicen los expertos en televisión educativa

A partir del confinamiento por la pandemia y de la experiencia obligada de la educación a distancia, la comunidad educativa tuvo oportunidad de extraer de ella nuevos modelos de trabajo. “Sí hubo grupos que lograron ese cometido de tomar recursos de tipo audiovisual e incorporarlos”, tal como constató en sus investigaciones y entrevistas la doctora Cynthia Game, coautora.

“Muchos docentes nos contaron que no sabían ni cómo iniciar el Zoom. Entrevistamos a una hermosa profesora fiscal que nos contó cómo su hija le enseñó a usar la computadora y conectarse a la videoconferencia. Pero superados los problemas técnicos, la deuda más importante es vincular el recurso audiovisual con el objetivo de aprendizaje”, sin que el audiovisual se convierta en un reemplazo del profesor.

“El Ipanc, con fondos de Unicef, produjo Aprender la tele que fue un programa que estuvo al aire en todos los canales de televisión, pues entregamos al Ministerio de Educación 500 capítulos en 2020″. En este caso, como los maestros no podían ir a las aulas, los pusieron frente a la cámara.

Maruri opina que la mayor necesidad de los educadores es saber diseñar la clase, algo que se aprende en la universidad. “Sin embargo, una de las cosas más maravillosas es la práctica: cuando estás en el aula y te das cuenta de si la teoría funciona o no, y si tienes que cambiar de estrategias para lograr lo que quieres”.

Maruri menciona a los consultados para la realización de Encender el aula, entre ellos, Yuval Gozansky, editor de Historias de la televisión para niños alrededor del mundo (Peter Lang, 2023). “Hace un par de años escribimos el capítulo de Ecuador”.

Entrevistaron a voceros de Uruguay, Argentina, Colombia y Chile, entre ellos Brenda Campos, una de las directoras de Plaza Sésamo para América Latina; Diana Díaz, de la televisión colombiana, Canal Capital, y Valerio Fuenzalida, investigador chileno que explora el rol de los padres en como acompañantes de sus hijos frente a los contenidos de pantalla.

¿Qué dijeron? Que para poder hacer televisión para niños y niñas y jóvenes no puedes hacerlo desde el escritorio, tienes que ir a escucharlos y ver cómo juegan, cómo sienten, de qué hablan entre ellos. No puedes hacer productos para quien no conoces. La investigación es la base de todo”.

Los contenidos educativos, en concreto, parten de un currículo, que es la estructura sobre la cual trabajará el guionista, hasta lograr que no se note que se está siguiendo un programa educativo, sino que el aprendizaje sea orgánico. “Que yo vea a dos personas tener empatía, sin que tengan que decirme que debo ser un buen amigo. También debo pensar cuál es la hora de filmar, pensar cuál es el formato para esta historia, qué quiero contar y cómo. No hay una forma única de contar una historia, sin embargo, todas tienen que ser contadas de una manera bella, entretenida, interesante”.

En Ecuador, opina, se ha producido muy poco en los últimos siete años, por falta de financiamiento para historias bien contadas, con guiones superiores. “Los ecuatorianos no debemos perder la esperanza de que se retome una producción de calidad creativa para niños, niñas y adolescentes. Una de las maneras de combatir la violencia y la polarización es a través de buenas narrativas audiovisuales que nos contagien y nos conecten con otras formas de relacionarnos y de vernos a nosotros mismos y de pensarnos como compañeros, solidarios, valientes, voceros de la paz, de la convivencia, de la solidaridad. No estoy hablando desde un discurso dulzón, sino desde la riqueza de las relaciones afectivas y comunitarias, de la construcción de una cultura de paz. El audiovisual puede ser realmente potente para ello”.

Encender el aula se presentará este miércoles 3 de abril en la Universidad de las Américas, a las 11:00, y el viernes 5 en Guayaquil, Universidad Casa Grande, a las 16:00. (F)