Me dirijo a ustedes para contar mi caso, tengo 39 años y aún no me he casado. Cuando tenía 8 años un amigo de la familia tocó mis partes íntimas, nunca le conté a mi madre, con el pasar de los años crecí como una ñiña retraída. Mi madre enfermó y la cuidé hasta que falleció. Hoy soy una persona muy insegura, desconfiada, y tengo dificultad en involucrarme emocionalmente. Quisiera que me aconsejen.
N. N.
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Estimada,
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El poder abrirse a contar su caso es un paso a la solución. Ya que lo suscitado es parte de una penosa estadística a nivel mundial, donde familiares o cercanos a la víctima resultan ser cerca del 90 % de los victimarios principales. Por ello que resulta de gran importancia saber que, en muchos de estos casos, la verdad sale a la luz cerca de finales de los 20 años hasta los 40, por lo general.
Esto quiere decir, que las heridas ocasionadas por este abuso sexual infantil (nombre real, y penado por el Código Integral Penal) se hacen más profundas y generan consecuencias múltiples en todas las áreas del sujeto, entre ellas efectivamente como usted refiere: inseguridades y emociones.
Lo cual implica que, en el presente, usted requiere más que consejos. Es altamente recomendable una valoración terapéutica, puesto que lo crónico del asunto implica actuar a la brevedad posible para estabilizar su situación. Permitiendo así aliviar esas heridas del pasado, dando la oportunidad de que su presente y futuro puedan ser disfrutados de mejor manera.
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Casos como estos es importante recalcar que no solamente requieren de un único profesional. En muchas ocasiones se recomienda tener valoraciones de otros especialistas con la finalidad de que el sujeto encuentre más puntos de equilibrio en su vida. Ejemplo de su caso u otros: ginecología (controles periódicos de manera programada en el año, y el análisis de su respuesta sexual humana desde esa área).
Nutrición (revisión de su peso y necesidades nutricionales para un óptimo desempeño diario, teniendo en cuenta la frase: “Mente sana en cuerpo sano”. Y así, de acuerdo con su historia clínica y análisis de APF (antecedentes patológicos familiares) se podría potenciar, en particular por la edad que tiene, los resultados deseados. Cabe recalcar que podrían aplicar otros especialistas en caso de ser necesario, cada caso y sujeto es un mundo distinto.
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No obstante, siempre es recomendable tener el amplio espectro de un trabajo multi o interdisciplinario. De esta manera cubrimos muchos frentes que puedan estar causando malestar. Es común que en su caso encontremos problemas conductuales o emocionales, donde efectivamente actúa la psicología, sin embargo, si en el tiempo esto causa episodios o cuadros de ansiedad, depresión u otros más acentuados o graves, ya implicaría un trabajo médico con apoyo farmacológico.
De igual modo en el área íntima, suelen quedar heridas o lo que usualmente se llaman “traumas”, donde ciertas zonas erógenas (por lo general en los genitales) quedan marcados / bloqueados, e impiden un correcto desempeño erótico en el disfrute individual y de pareja. Causando, por ejemplo: anorgasmia, dispareunias, deseo sexual hipoactivo (TDSH), entre otros. Y es clave saber que todos ellos pueden ser solucionados en terapia.
Del mismo modo cuando entendemos que en estas situaciones no aplica la frase: “El tiempo cura todo”. Ya que la memoria o recuerdo de lo pasado es algo que puede atormentar periódicamente al sujeto y bloquear oportunidades de vida para un verdadero disfrute en todas las áreas. Ya que, en muchos casos, el victimario sigue vivo o cerca del área de acción de la víctima, potenciando así el recuerdo o malestar. Razón por la cual se recomienda acudir a consulta para encontrar la mejor forma de solucionar su situación.
Teniendo en cuenta, como se ha hecho referencia previamente, que en la actualidad estos casos siguen sucediendo, es de gran importancia actuar lo más rápido posible en tiempo y forma.
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