“Nosotros no damos el nombre, pero Alcohólicos Anónimos está abierto para todos”. Con esas palabras nos dan la bienvenida a uno de los muchos grupos que se reúnen en Guayaquil. “Nuestro único propósito es llevar el mensaje de recuperación al alcohólico que aún sufre”.

La primera impresión que uno se lleva es que nadie parece estar allí obligado, llevado por la familia o enviado por el médico. Cada quien llega solo, se sienta y espera con paciencia, por su propia voluntad y en plena conciencia.

El alcoholismo es una enfermedad física y mental, progresiva, que no puede curarse, pero puede ser detenida. Foto: Shutterstock

Están allí porque han llegado a una conclusión sobre sí mismos, que repiten todos los días cuando toman la silla delante del grupo y saludan: ‘Soy alcohólico’.

Publicidad

Pero además, van a compartir un hito al que apuntan cada día.: ‘Hoy no bebí’.

La meta de cada miembro de AA es alcanzar el estado de sobriedad permanente. No se habla de dejar de ser alcohólico, porque una vez que se entra en esta condición, no hay vuelta atrás.

Hay jóvenes y mayores, hombres y mujeres. Todos respetan su turno y se escuchan con empatía, asintiendo y afirmando porque han pasado por lo mismo.

Parte de lo que hace que las sesiones de AA sean importantes es esa afirmación de que han tomado la mejor decisión al admitir el alcoholismo y expresar el deseo de dejar ese camino.

Publicidad

El anonimato consiste en que una vez que uno entra solo usa su nombre de pila. Sin embargo, Alcohólicos Anónimos es una organización que no busca esconderse o mantener encuentros clandestinos. Al contrario, quiere dar a conocer su existencia para seguir ayudando a más personas.

Se propone como una solución para la sociedad, pero no de tipo médico, terapéutico ni religioso. Se perciben como una organización espiritual. Hay lugar para el no creyente y para los diferentes credos. Pero la mayoría, al hacer su reporte, agradece a Dios o al poder superior con una virtud que se adquiere en AA: la humildad de reconocer que no pueden alcanzar la sobriedad por sí mismos.

Publicidad

Nosotros tenemos un grave problema, un ego muy alto y una soberbia increíble que nos hacen creer que podemos solos.

Además, adquieren un propósito que va más allá de lo personal. Uno de los valores de AA —está en su logo, junto con la unidad y la recuperación— es el servicio. “Transmitir nuestra experiencia es nuestro pago y garantiza nuestra sobriedad”. El servicio, dicen, es para ellos un deber, un placer y una deuda con otros alcohólicos y con ellos mismos.

El test para saber si eres alcohólico: sigue estas 12 preguntas

Unirse a las reuniones de AA es sencillo. No hay tarifa de afiliación ni cuotas, aparte de la costumbre de la ‘séptima’, que se recoge al final de cada sesión y sirve para el bien común.

La meta de cada miembro de AA es alcanzar el estado de sobriedad permanente. No se habla de dejar de ser alcohólico, porque una vez que se entra en esta condición, no hay vuelta atrás. En el grupo hay personas que llevan tres décadas sin beber y saben que siguen teniendo una adicción.

¿Cómo identificar si es alcohólico? Siguiendo un sencillo test de 12 preguntas.

Publicidad

El único requisito para ser miembro de Alcohólicos Anónimos es querer dejar de beber. Foto: Shutterstock

Sus testimonios permiten recoger algunas conclusiones a las que han llegado juntos y con la experiencia de otros antes que ellos, y que permiten entender los rasgos de esa enfermedad que es el alcoholismo.

  1. No es el sabor del alcohol. Es el efecto. La mayoría coincide en que no es que la bebida les pareciese deliciosa o irresistible, sino la forma en que se sentían con ella. Desinhibidos, únicos y delirantes de grandeza.
  2. El alcoholismo es una enfermedad progresiva. Muchos se resisten a creer que son alcohólicos porque solo beben en fiestas o los fines de semana, y creen ser bebedores sociales, sin darse cuenta de que con el tiempo, el hábito empeora y destruye sus relaciones y sus vidas. Están en negación. “Todos saben que eres alcohólico… menos tú”.
  3. Sí hay diferencias en el consumo de bebida. Un bebedor social puede, en una reunión, tomar una o dos copas y detenerse. Un bebedor ‘fuerte’ consume, pero lo deja por alguna razón de peso. El alcohólico simplemente no puede parar.
  4. Tocar fondo es personal. Una persona no reconoce que tiene un consumo problemático de alcohol hasta que toca fondo. Puede ser despertar en un lugar desconocido sin recuerdos de la jornada anterior. Perder el trabajo. Perder a la familia. Estar a punto de morir.
  5. No hay recuperación hasta que se admite que uno no puede controlar su forma de beber. Es decir, que es alcohólico.
  6. No es necesario venir de un trasfondo de abandono o abuso para caer con la bebida. Aunque puede influir.
  7. Lo que caracteriza a un alcohólico es ser ingobernable. Los defectos del carácter, como dice una de las asistentes: “resentido, pueril, pomposo, hipersensible y con delirios de grandeza”.
  8. Es frecuente huir del problema yéndose a otra ciudad o a otro país. O dedicarse al deporte. O casarse y tener hijos. No funciona.
  9. Tal vez a la mujer le parezca más denigrante aceptar que tiene alcoholismo. Eso puede detenerlas de buscar ayuda.
  10. El alcoholismo no se cura, pero se puede detener. Un día a la vez, sujetándose al programa. Y esto es literal. Se reúnen todos los días del año, fines de semana, feriados y fiestas.

Alcohólicos Anónimos nace el 10 de junio de 1935, en Akron, Ohio, Estados Unidos. Dos alcohólicos crónicos, Robert H. Smith (Doctor Bob) y William Griffith Wilson (Will W.) se encuentran, comparten sus experiencias y alcanzan el estado de sobriedad permanente. Todos los días, en Guayaquil y en otras ciudades de Ecuador, la experiencia de restauración de Smith y Wilson se repite.

En Guayas, área 9, hay 24 grupos. Para comunicarse con la oficina de servicios generales, puede llamar al 098-423-4170 o escribir a osg@alcoholicosanonimos.org.ec. (I)