Tengo un hermano de 26 años que toma desde los 15 años hasta ahora, todos los días. Ha tenido accidentes de tránsito, se unió a una mujer inmadura e irresponsable, no se preocupan de su hogar. Se porta mal con mis padres, no es responsable en el trabajo. Mi madre no duerme cuando sabe que él está tomando. Cuando llega a nuestra casa se queda dormido en el carro y tenemos que bajarlo para que duerma en su cama. Cuando está en estado etílico es agresivo, grosero, grita. Al día siguiente no se acuerda de nada. Toma tanto que se enroncha, se sofoca, se ahoga. No quiere ir al psicólogo, porque dice que no está loco. Lo llevaron a Alcohólicos Anónimos y no aprovechó nada. Tiene dos hijos, de 4 y 3 años, que reclaman por su atención todo el tiempo. ¿Qué puedo hacer? Soy la hermana menor y quiero ayudarlo de alguna manera.

M. B.,

Naranjal

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Estimada consultante, es comprensible que la situación de su hermano le preocupe como a toda la familia, y que en su afán de ayudarlo hagan por él todo aquello de lo que aparentemente él no se hace cargo, no desea o no puede hacer.

Considero importante que comprenda que lo que tiene su hermano se llama alcoholismo y que esta es una enfermedad que no depende exclusivamente de su voluntad; que se caracteriza porque la persona no tiene control para evitar o resistirse a su consumo.

Lo que sí necesita la persona alcohólica es aceptar que padece de un problema y que debe buscar tratamiento para solucionarlo, ya que, mientras no exista esta consciencia, ninguna atención será bien recibida o aprovechada.

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El alcoholismo es una adicción en la cual la mente del consumidor está alterada y dominada por la sustancia; y, por tanto, es más importante para él consumir el alcohol que responder con diligencia y compromiso hacia su familia y obligaciones varias.

Cuidar de él y de sus obligaciones, porque se lo considera incapaz de responsabilizarse, no solo no soluciona el problema, sino que, al contrario, lo agrava cada vez más. Son, por tanto, soluciones disfuncionales que se implementan por desconocimiento y que responden a una “necesidad de ayudar” motivados por la pena o por culpa, y que son inadecuadas, pues al no lograr resultados deseados terminan repitiéndose indefinidamente. A eso se lo conoce como codependencia emocional.

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Con este antecedente, si desean ayudar al familiar alcohólico, no sigan ayudándolo como lo ayudan, porque de esa forma solo están alimentando y sosteniendo su mal hábito. Es decir, paradójicamente, la mejor manera de ayudar a su familiar sería no ayudándolo a cubrir sus errores y negligencias de su vida, pues esto no le permite comprender el mal que se ocasiona sí mismo y a los demás a su alrededor.

Es necesario entonces que, como personas afectadas por la situación, hablen primero como familia y luego con la persona afectada, siempre en estado de sobriedad, sobre lo que está sucediendo, cómo los afecta y los pasos a seguir para enfrentar esta situación. Este sería un buen momento para decidir buscar ayuda especializada en el tratamiento del alcoholismo, para así poder implementar otras medidas, como la restricción de la parte económica, entre otras no menos importantes y que sostienen la situación disfuncional.

Esta atención no se limita únicamente a la persona que es alcohólica, sino también a su núcleo familiar, pues todos estarían directa o indirectamente afectados por la situación.

Dra. Glenda Pinto Guevara

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psicóloga clínica, terapeuta cognitivo-conductual, máster TBE

Teléfono: 099-961-2322