La imagen corporal y el cuestionamiento a los cuerpos de otros se han convertido en temas de conversación recurrente. Y los medios de comunicación a veces alimentan ese pasatiempo.

Desde hace un par de semanas, un grupo de mujeres conocidas del espectáculo local están compitiendo por bajar de talla en un programa matinal de TV. El segmento se estrenó con expectativa alrededor del peso de las invitadas, haciendo del total de sus libras un misterio que solo se reveló al final de las emisiones en las que fueron presentadas.

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No es la primera vez que los medios muestran este tipo de contenidos. ¿Hay una preocupación genuina por la imagen corporal o por un posible trastorno alimentario? o ¿hablar del peso de otros es una forma de entretenimiento?

“El tema de la imagen personal cada quien lo maneja de manera muy particular. Hay personas que son reservadas y no quieren compartir esta información; hay otras que sí proceden a hacerlo de manera pública, sobre todo si estamos hablando de personajes públicos. En muchos de los casos ellos acceden a este tipo de apertura también con fines publicitarios”, opina la psicóloga Aranzazu Cisneros.

Opinar sobre el peso de los demás no debería ser tomado como una forma de entretenimiento; es una cuestión que corresponde al equipo de salud que atiende a la persona. Foto: Shutterstock

De ser así, considera la también docente (Universidad Técnica Particular de Loja), debería existir de por medio una especie de consentimiento informado (como el que se usa en medicina ), donde haya una constancia libre y voluntaria de que la persona en cuestión entiende y acepta los criterios por los cuales se utilizarán los datos que proporcione sobre su figura (o vida persona), así como los riesgos o los beneficios de la difusión de esta información. Tal como ocurre en un estudio o investigación, asevera Cisneros. En la prensa se conoce a este documento como formulario de autorización de información a los medios de comunicación.

“En el campo de la comunicación, sobre todo cuando estamos hablando de programas de la farándula, se omiten a veces estos protocolos que son muy importantes para preservar a la persona y se los expone más bien desde el lado del espectáculo y no tanto procurando su bienestar ni midiendo las consecuencias que esto pueda traer hacia ellos”, defiende la psicóloga Cisneros.

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Parte de este protocolo para los espacios donde se compite para bajar de peso o talla, por ejemplo, debería incluir apoyo psicológico, médico y nutricional. Y, en todo momento, una cláusula que le asegure al concursante la capacidad de retirarse de este tipo de circunstancias y evitar exponerse nuevamente.

Lo más sensible del tema radica en cómo las celebridades, y otros individuos que difunden pormenores de su cuerpo públicamente, pueden gestionar los comentarios o críticas de terceros. ”Para una persona de manera individual es complejo. Cuando lo hace una figura pública le da acceso a que muchas personas tengan opiniones sobre ella cuando no necesariamente tiene los recursos necesarios para poder afrontar lo que dicen los demás. Si podemos identificar a una persona que no tiene afrontamiento adecuado, o que puede ser susceptible y vulnerable ante estas circunstancias, pues estamos yéndonos en contra de su integridad”.

Algunos podrían opinar que las celebridades o figuras públicas, al voluntariamente compartir detalles personales, como de su figura o imagen personal, entonces deben aceptar ser señaladas y cuestionadas por su físico. Pero eso no es así. No es un contrato vinculante.

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“Nunca está bien que seamos juzgados por nuestro físico, bajo ningún contexto. Sucede que socialmente se ha aceptado y se retroalimenta mucho que las figuras públicas estén bajo este escrutinio. Muchas de las veces el argumento es ‘si no quería que todos opinemos, para qué es una figura pública’. Aquí también se ve la corresponsabilidad de los medios de comunicación y de nosotros como sociedad, cuando fomentamos ese tipo de conductas, en seguir propagando criterios que puedan resultar poco adecuados para las circunstancias que pueda estar atravesando una persona y que desconocemos”, puntualiza Aranzazu Cisneros.

Protección física, psicológica y espiritual al exponer un proceso de reducción de talla

En la práctica, la actividad profesional, las oportunidades, la exposición e incluso la promesa de resultados favorables en el peso y la apariencia hacen que celebridades o aficionados, de su propia voluntad, acepten el trato de mostrarle a la audiencia su lucha por estar en forma. ¿Cómo asegurarse un trato más justo, a más de la autorización del uso de la información personal?

Al invitar a alguien a la discusión pública sobre su peso o la forma del cuerpo, lo primero que hay que entender es con qué recursos psicológicos y emocionales cuenta esa persona, ya que su perfil será sometido a la presión de la mirada, las redes sociales y otros medios, nos indica la psicóloga clínica Silvia Cordero Encalada.

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“Lo siguiente es saber claramente el concepto que el individuo tiene de sí mismo, y esto se logra teniendo una entrevista para ver su vulnerabilidad psicológica. La clave es entender cuál es el sistema de creencias que gobierna su visión del mundo y el lugar que ocupan en él. Cuál es su experiencia de vida, sus motivaciones y las necesidades que la llevan a concursar en ese show”.

Cordero considera que si la persona ha estado sufriendo de depresión, y va a ser sometida a burlas y chistes, aunque no sea de parte de la producción, esto puede ocasionar ansiedad y la caída en una depresión mayor. Por ello es importante la capacidad de afrontamiento para vivir un proceso mediático.

Y aun en estos casos, nadie puede ir a un reto así con sus propias fuerzas. “Por supuesto, debe haber un acompañamiento en todos los sentidos: físico, psicológico y espiritual, puesto que el ser humano es integral y nos olvidamos de eso. La parte motivacional es fundamental para la persona”.

Cómo saludar o felicitar a alguien sin centrarse en la apariencia

Del otro lado están el espectador y el usuario de redes sociales, pero también el amigo y el pariente que desean lo mejor para los otros, pero duda entre ser honesto y ser políticamente correcto, es complicado saber qué mensaje transmitir y de qué manera. Algunas personas piensan que si no tienen permitido hacer comentarios sobre la apariencia, entonces ya no hay más que decir y es mejor quedarse calladas.

El fin de los comentarios sobre el aspecto no debe significar el fin de la conversación. Foto: Shutterstock

La psicoterapeuta Fiona Yassin, directora de la clínica de salud mental The Wave, cree que no hay que irse a ese extremo. Ella propone dejar de hacer comentarios sobre la apariencia como forma de saludo o despedida o como parte de la conversación, sea grupal o entre dos. Hay mejores observaciones y cumplidos para hacer que ‘te ves bien’ o ‘estás flaca’, opina la psicóloga:

  • Dígales cómo se siente de volver a verlos o de pasar tiempo con ellos. Tiene libertad para ser honesto. “Me alegra verte, me divierto hablando contigo, eres buena compañía, te he extrañado”.
  • Dígales que aprecia lo que han hecho por usted o por otros. Es mucho más sincero que comentar sobre el ajuste de la ropa “Quiero agradecerte cuánto nos has ayudado, significa mucho para nosotros”.
  • Felicítelos por perseverar en aquello que disfrutan y que hacen bien. “Me da gusto saber que sigues haciendo música”, o dibujando o estudiando o haciendo deporte.

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Yassin sabe que es normal que cuando vemos a un familiar, amigo, conocido o incluso cuando nos presentan a alguien busquemos, con buena intención, algo de su aspecto que nos guste para poder hacerle un cumplido y hacerlos sentir bien consigo mismos.

Sin embargo, pide que evitemos dar la impresión de que verse bien es el ideal al que todos debemos apuntar en esa reunión, esa visita o ese encuentro casual, en especial porque no sabemos en qué condiciones la persona llegó hasta ese momento. Los comentarios sobre el peso, específicamente, deberían evitarse.

“A través de la positividad del cuerpo entendemos que no hay peso o forma ideal y que somos valiosos todos, independientemente de cómo nos vemos”. La psicóloga no solo tiene un enfoque social, sino que habla desde el punto de vista de alguien que trata con jóvenes que luchan con insatisfacción hacia sus propios cuerpos y con trastornos de la alimentación, condiciones de las que podemos no estar al tanto. (F)