Por: Antonio José Paz Cardona

Mongabay Latam

El petrel de Galápagos (Pterodroma phaeopygia) es un ave endémica de este archipiélago de Ecuador y se encuentra En Peligro Crítico de Extinción según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

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Durante décadas el Parque Nacional Galápagos y diferentes organizaciones han venido trabajando en su protección en islas como Floreana, Santa Cruz y Santiago, logrando resultados positivos.

Sin embargo, esta ave tiene uno de sus principales sitios de anidación en la isla San Cristóbal, una de las más pobladas, donde se encuentra parte del 3% del territorio que no es Parque Nacional.

Tomar medidas de conservación en este lugar no era algo fácil pues muchas tierras son propiedad privada y cualquier ejercicio para proteger al petrel dependía de la disposición para ayudar que tuvieran los dueños de las fincas en la zona.

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La creación de una reserva privada de 100 hectáreas en la parte montañosa más alta de San Cristóbal, como resultado de la compra de uno de los predios por parte de la Fundación Jocotoco con apoyo de Rainforest Trust, se convierte en una nueva esperanza para trabajar por la especie en una zona de gran importancia para la vida del petrel. Aunque el terreno no ha sido explorado en su totalidad, ya se han encontrado más de 50 nidos.

Pichón de petrel de Galápagos. Foto: Cortesía Carolina Proaño.

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Una reserva privada y trabajo comunitario

El petrel es una ave marina grande que puede pesar aproximadamente 500 gramos y es bastante longeva ya que, en condiciones ideales, podría vivir entre 40 y 60 años.

Pero tiene características y comportamientos que la hacen bastante vulnerable. Carolina Proaño, bióloga que lleva más de una década trabajando con el petrel de Galápagos, asegura que su reproducción es muy lenta, “recién regresan a reproducirse a los 7 u 8 años después de nacidos y solo ponen un huevo al año”.

Además, son aves que hacen una pareja de por vida y tienen una memoria histórica. “Vuelven siempre al nido donde nacieron para luego anidar. Son nidos que pueden estar ahí por más de 30 años recibiendo a los descendientes. Es una pena cuando los encuentras destruidos por cerdos salvajes o ferales.

No solo se muere un pichón, sino que dejas a toda una generación sin nido”,  dice Lucía Norris, coordinadora de la Reserva Galápagos de la Fundación Jocotoco.

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Y no solo esto, el petrel anida en el suelo, cavando túneles, por lo que es muy sensible a los depredadores como los cerdos ferales mencionados por Norris, pero también a perros, gatos, ratas y hasta el pisoteo del ganado.

Mientras más profundo sea el túnel, más viejo es el nido y su destrucción implica un enorme retroceso en la conservación del petrel.

Playa en las islas Galápagos. Foto: Belén García – Fundación Jocotoco.

El objetivo de esta nueva reserva —que tiene varios rangos altitudinales pues va desde los 320 hasta los 560 metros sobre el nivel del mar— no solo es conservar a esta emblemática ave, sino cuidar una de las principales fuentes de agua dulce del archipiélago.

“Queremos proteger las partes altas de las fuentes de agua dulce de la isla San Cristóbal. Es la isla con más agua dulce y es algo muy particular dentro de un archipiélago volcánico. Nuestros vecinos tienen cascadas y muy cerca está la conocida laguna de Junco”, comenta Norris.

La conservación del petrel en San Cristóbal quiere involucrar a la comunidad para que se conecte con la naturaleza, se apropien del lugar y tengan espacios para hacer investigaciones.

Norris dice que en Galápagos hay varios programas exitosos para proteger al petrel, sobre todo en las islas Floreana y Santa Cruz, pero en San Cristóbal las actividades eran mínimas. “Lo que queremos es unirnos a estas actividades para proteger al ave y unir esfuerzos con las otras organizaciones”, afirma. Más adelante quieren hacer un centro de interpretación de los datos que se recojan sobre este pájaro marino.

Otro gran reto al que se enfrentan los investigadores es que, dependiendo de la isla, el comportamiento del petrel puede variar. Por ejemplo, tienen diferentes tiempos de anidación.

Trabajo conjunto con el Estado

Hace un mes el Parque Galápagos y la Fundación Jocotoco firmaron una carta en la que manifiestan su intención de trabajar en conjunto. “Reconocemos al Parque como el ente rector de protección de las islas. Vamos a trabajar en acoger todas sus recomendaciones en conservación de petreles porque ellos han entrado a estas tierras privadas durante muchos años”, dice Lucía Norris. 

Según dice, a pesar de que parte de la isla San Cristóbal no es Parque, los petreles estaban en estos lugares y los funcionarios públicos han estado levantando información sobre estas aves durante años. De hecho, la autoridad estatal ha hecho recomendaciones en el manejo de especies invasoras que, luego de varios años, han mostrado su eficiencia en la tasa de reproducción del petrel.

En un futuro la idea es que tanto el Estado como diferentes ONG que trabajan en las islas puedan elaborar un plan de protección para el petrel que permita tener las mismas pautas e información de las dinámicas poblacionales en todas las islas.

En julio de 2019 se firmó una carta de intención con la dirección del Parque Nacional Galápagos donde se han trazado varias líneas de acción como educación ambiental, que se realizará a través de charlas y campañas de concientización; control de especies animales introducidas como gatos, ratas y de plantas como la mora y la lantana. Estas acciones se piensan implementar a través de la elaboración de planes de manejo en donde se va a incluir el monitoreo y control de esta especie”, comenta Maryuri Yépez de la Dirección de la Unidad Técnica San Cristóbal del Parque Nacional Galápagos.

Tomar fotografías a los petreles en sus nidos es difícil pues no se puede usar flash y a veces son muy profundos. Foto: Rafael Díaz.

Como se mencionó, las especies invasoras son una de las principales amenazas, pero también están los cambios en el uso del suelo, principalmente para pastoreo y agricultura, así como construcciones y cambios en el paisaje que pueden afectar su vuelo.

Como resultado de estas amenazas, el Parque ha establecido un promedio de vida para el petrel de 6.2 años —a pesar de que podría vivir mucho más— y una mortalidad de adultos del 15 % por año. Todavía se desconocen las amenazas directas e indirectas de flora e invertebrados introducidos, así como agentes infecciosos sobre la especie.

Yépez recuerda algunos de los datos que se han obtenido en la isla Santa Cruz. “En el año 2005 se registraron 127 nidos del petrel de Galápagos en zonas agrícolas en la isla, un número importante para la especie pero bajo en relación a lo que posiblemente hubo en la zona cuando no se veía afectada”, dice.

En cuanto a la isla San Cristóbal, comenta que existe un parque eólico pero que gracias a los estudios y monitoreos sobre las rutas de vuelo del petrel, lograron ubicar los aerogeneradores en lugares donde no se afectara la orientación y visión del ave.

Una recuperación que se hace evidente

La bióloga Carolina Proaño es optimista sobre la situación del petrel de Galápagos en las islas Santa Cruz, Floreana y Santiago. Allí se han dado las campañas más exitosas de erradicación de especies invasoras y “casi 30 años después de iniciados estos esfuerzos se ve que la población ha mejorado. Incluso se va hacer una reunión internacional para ver el éxito de este programa a nivel ecológico”.

La biología de estos animales es muy lenta, como la de los humanos, y por eso toma mucho tiempo ver los resultados.

Para Proaño es vital no bajar la guardia en torno al control de las especies invasoras. Según dice, ha habido años en que por diversas razones se redujo el esfuerzo de control de especies invasivas y el resultado fue que la población de petreles bajó.

La investigadora también recuerda que todas las especies marinas ya tienen una afectación porque están compitiendo por recursos con los humanos. “Las especies (de aves) marinas son el grupo más amenazado porque depende de la competencia por recursos con nosotros”.

Ahora la bióloga se encuentra haciendo un meta análisis de los datos históricos, aunque es un trabajo bastante complicado porque los datos deben ser siempre consistentes para poderlos comparar.

Los reportes científicos en los años 70 indicaban que el éxito reproductivo era bastante bajo, “ahora, con los datos que tomamos, y que el Parque ya toma consistentemente, es increíble ver la diferencia. Hay un buen éxito reproductivo en ciertas islas”, dice.

Por ejemplo, en la población de Floreana, principalmente la que habita en el sector conocido como Cerro Pajas, se ven bandadas gigantes petreles que llegan del mar a las 6 de la tarde y que hacen estruendosos ruidos antes de entrar en sus nidos. “Son como 3000 parejas. Es una locura pensar que hace casi 30 años solo sobrevivían ahí como 5 o 6 petreles”.

Proaño todavía no se anima a indicar el éxito reproductivo actual de esta ave. Asegura que están trabajando en los estimados y es necesario tener en cuenta muchas variables pues los petreles son diferentes en cada isla, llegan en diferentes momentos, hay una variación y podría haber incluso subespecies.

Pero lo que sí es seguro es que las poblaciones se están recuperando, por lo menos en Floreana y Santa Cruz,  “lo puedes ver, son colonias activas y estables”.

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