Australia se enfrenta cada primavera a incendios forestales, pero en los primeros días de 2020 -y desde los finales del año pasado- han sido mucho más tempranos y virulentos, debido, entre otras cosas, a condiciones más favorables a las llamas provocadas por el calentamiento global.

Las autoridades confirmaron este miércoles la muerte de un cuarto bombero, elevando a 26 el número de víctimas fatales desde el comienzo de la crisis en septiembre.

Ecologistas de la Universidad de Sídney duplicaron este miércoles su estimación del número de animales muertos en los incendios a 1000 millones.

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Miles de personas se han quedado sin hogar por los incendios que han arrasado más de 10,3 millones de hectáreas de tierra, un área del tamaño de Corea del Sur.

KINGSCOTE, Australia.- Un bebé koala es atendido (AFP)

Ni las casas más sólidas resisten los incendios en Australia

Las llamas tenían la altura de un edificio de 15 pisos y se acercaban a su casa supuestamente a prueba de incendios cuando Justin Kam abrió la puerta del lavadero. El cuarto se estaba quemando.

Eso no debería suceder, pensó Kam.

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Era obvio que esa fortaleza en el medio de un bosque no resistía el incendio y que corrían peligro mortal. Debían irse lo antes posible.

“Cuando el fuego penetró la estructura, supimos que había que irse”, comentó Kam. “De habernos quedado, hubiéramos pasado a ser una estadística”.

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Lograron escapar -por poco- y se sumaron a unos 2000 propietarios de viviendas cuyas casas se han quemado en los catastróficos incendios que azotan Australia, llenos de imágenes apocalípticas que han enfocado la atención del mundo en el cambio climático.

El fuego ha causado la muerte de al menos 26 personas y de cientos de millones de animales y de aves. Se espera que ganen fuerza nuevamente esta semana al subir nuevamente las temperaturas después de un pequeño respiro.

Kam y su compañera, Helena Wong, construyeron su casa en Balmoral, Nueva Gales del Sur, con una estructura de hierro, vidrios reforzados tan gruesos que se necesita un martillo para romperlos y muros de contención hechos de rocas, todo para que pueda resistir los incendios forestales.

Esas defensas no bastaron ante incendios tan intensos que evaporaron los muebles del jardín, el cual quedó en un estado que recuerda las imágenes de Hiroshima tras el estallido de una bomba atómica.

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Remolinos de llamas en Australia

Justin y Helena se mudaron a este pueblo apacible de 400 habitantes hace 20 años y pensaron que habían llegado al paraíso. Desde la casa se observa un valle lleno de eucaliptus. Canguros se paseaban por su porche y un tejón australiano instaló su madriguera debajo de su terraza. Helena estaba criando gallinas.

Sabían que deberían soportar incendios, y ya habían sobrevivido a dos.

El 21 de diciembre Justin estaba atento y vigilante, observando las llamas desde su techo con binoculares. Su hijo Gabriel, de 16 años, había estado recogiendo hojas y regando los alrededores de la casa. Tenían baldes llenos de agua, vaciaron cilindros de gas y se pusieron sus máscaras para el humo.

Pero nunca habían visto un incendio tan feroz. El valle fue arrasado por un muro de llamas, que tomaron una altura de 60 metros (200 pies). Generaban tanto calor que las llamas formaban remolinos y a veces avanzaban contra el viento.

La familia trató de apagar unas brasas a un lado de la casa, solo para ver que el fuego avanzaba desde distintas direcciones.

“Parecía una estrategia militar”, dijo Justin. “Aparecía por el frente de la casa y cuando ibas hacia ese sector, atacaba por los costados”.

El fuego mató a media docena de lagartijas que se habían refugiado en un charco de agua y a todas las gallinas de Helena. Cuando las llamas llegaron a la casa, derritieron una botella de champagne, que se fundió con la vajilla y un cuchillo de sushi.

La familia salió corriendo. A Helena se le derritieron los zapatos y le cayeron algunas brasas en los hombros. Cree que de haberse quedado 30 segundos más, no hubieran podido escapar. La parte trasera de su auto también se estaba derritiendo, por lo que se montaron en una camioneta y se dieron a la fuga.

Pero no tenían adónde ir. Estaban rodeados por las llamas.

Luego de unos cinco o diez minutos, el fuego se desplazó y pudieron llegar a la estación de bomberos, donde mucha gente se estaba refugiando.

Entre ellos Rosemary Doyle, cuya vivienda había sido consumida por el fuego. La propia estación de bomberos corría peligro y todos empezaron a rezar, incluso los ateos del grupo. Se fue la luz y Doyle se dijo a sí misma: No, no me llegó la hora. Hoy no es mi turno.

BALMORAL, Australia.- Rosemary Doyle junto a los restos de su hogar (AP)

Cuando Justin y Helena regresaron a su casa destruida, encontraron una tiza rosada y escribieron en una pared: “¡Volveremos!”.

BALMORAL, Australia.- Helena Wong (izquierda) y Justin Kam recorriendo las ruinas de su casa (AP)

Será una empresa dura. Encuentran muchas trabas burocráticas y no tenían seguro para su casa. Justin, un carpintero que construyó todos los muebles de la vivienda, dijo que ello se debía a que tenían otras prioridades financieras, como matrículas estudiantiles y el cuidado de parientes mayores.

“Todo iba de acuerdo con nuestro plan, pero nos castigaron como a niños traviesos”, dijo Justin. “Esa es la Madre Naturaleza”.

'Visítenos', piden en Australia a turistas

El primer ministro australiano, Scott Morrison, instó a los turistas a no dejarse disuadir por los letales incendios forestales que han arrasado grandes extensiones del país y enviado columnas de humo hasta Sudamérica, pese a que las autoridades advirtieron de la revitalización de las llamas.

Morrison solicitó apoyo a los visitantes internacionales el miércoles cuando visitó la Isla Canguro, una atracción turística normalmente llena de vida silvestre frente a la costa sur de Australia, que ha sido golpeada dos veces en las últimas semanas por feroces incendios.

"Australia está abierta, Australia sigue siendo un lugar maravilloso para venir y traer a tu familia y disfrutar de tus vacaciones", dijo Morrison tras reunirse con operadores de turismo y agricultores locales.

"Incluso aquí en Isla Canguro, donde un tercio de la isla ha sido obviamente diezmada, dos tercios de ella está abierta y lista", señaló. "Es importante mantener las economías locales vibrantes en estos momentos".

El turismo representa un 3,1% del Producto Interno Bruto y la temporada veraniega pasada Australia atrajo 2,71 millones de visitantes. Pero este año, la tasa de ocupación de los hoteles se ha desplomado, y algunos lugares en los que usualmente no hay habitaciones libres parecen pueblos fantasmas. (I)