La sobrepesca, la contaminación a gran escala por las aguas residuales y los desechos de plástico y el cambio climático son tres de los principales problemas que afectan al mar territorial, según un estudio del Índice de la Salud del Océano realizado en las provincias de Manabí y Santa Elena.

En Ecuador hay una vocación pesquera lo cual genera un mayor esfuerzo de captura que ya alcanza, en algunos casos, los niveles máximos de explotación. Otras pesquerías están en sobrepesca o ya en la fase de colapso, indica Xavier Chalén, director del Programa Marino y Costero de Conservación Internacional Ecuador, ONG que realizó el estudio que se presentará el jueves 20 de febrero próximo en Salinas.

El tema más dramático del país está vinculado con la reducción de la población de peces pelágicos pequeños, que son claves en la cadena alimentaria porque de ellos depende la estabilidad del ecosistema. Estos consumen el fitoplancton y son los principales alimentos de los peces más grandes que son parte del consumo humano.

Publicidad

En la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo XX había una pesquería que se basaba principalmente en la captura de la sardina del sur. El incremento del esfuerzo de pesca y del número de plantas procesadoras de harina de pescado causó que peces pelágicos pequeños, como la sardina, finalmente desaparecieran de los registros del Instituto Nacional de Pesca (INP).

La captura de otras especies como pinchagua, chuhueco, chumumo, anchoa y macarela también se redujo significativamente a tal punto que en la actualidad, en la estadística del INP, no representan ni el 30 % de la captura total de los desembarques de la flota de pelágicos pequeños, dice Chalén.

“En su momento eran 100 %. Ahora más del 70 % se completa con peces de consumo doméstico que no son pelágicos pequeños, como bagres, corvinas, caritas y otros peces de muy buena calidad de proteína, pero que ahora son parte de la reducción dentro de las plantas de procesamiento para harina de pescado”, indica el especialista.

Publicidad

La investigación se hizo con el apoyo de Biótica, en el marco del Proyecto de Iniciativa de Pesquerías Costeras que se ejecuta con los ministerios del Ambiente y de Producción y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. El financiamiento es del Fondo para el Medio Ambiente Mundial.

La flota pesquera de pelágicos pequeños usa redes de cerco en sus capturas. Foto: Cortesía © Gustavo Crespo (Conservación Internacional).

Aquello se evidencia en la escasez de estos peces que consumen los turistas. Lo grave, agrega, es que aún no se aplica un mecanismo que permita conocer el estado de estos recursos marinos y establecer medidas de recuperación.

Publicidad

La sardina del sur fue diezmada en el país, pero sí se registra en la pesquería de Perú. “Consumimos todo el stock que había de esa especie en Ecuador”, asegura Chalén.

Una demanda sustentada en un consumo responsable también ayudaría a la conservación. La población debe tener claros los periodos de veda vigentes y las restricciones, como la de no consumir cangrejos hembra cuya captura es prohibida.

“El ciudadano tiene el poder de elegir lo que consume, pero no está informado ni hay conciencia de no comer, por ejemplo, cangrejo en época de veda o de no consumir al ejemplar macho que está por debajo de la talla mínima de captura, que son los que tienen un caparazón con menos de 7,5 cm (de ancho)”.

Hay maneras de identificarlo. La mano gorda (quela) del cangrejo macho es más robusta y grande y no tiene tantas púas como la de la hembra. “La forma del vientre del macho es alargada mientras que la de la hembra es ovoide, más redondita”, agrega Chalén.

Publicidad

El problema es que los mismos pescadores explotan a las hembras colocando su carne en las tarrinas con pulpa de cangrejo. Allí no se puede ver de dónde proviene el músculo.

Cada ecuatoriano consume un promedio de 8 kilogramos de productos de mar al año. Esto aumentaría, lo que genera mayor presión sobre los recursos.

El estudio encontró también que urge un mejor tratamiento de las aguas residuales industriales y domésticas que se descargan al mar. El papel de los municipios es crucial en este aspecto. “Es lógico suponer de dónde viene la consecuencia de problemas de respiración, de piel y gastrointestinales en los bañistas tras feriados como el de carnaval”, dice Chalén.

El tercer problema son los efectos del cambio climático. La investigación determinó que la biodiversidad marina del país es una fortaleza para reducir el impacto. Las 157 000 hectáreas de manglar reportadas secuestran 550 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente, los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global.

El manglar es clave para retener carbono y absorber los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global. Foto: Cortesía © Belén Vallejo (Conservación Internacional)

El manglar es clave para retener carbono y absorber los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global.

El hecho de que frente a Ecuador interactúen tres corrientes marinas causa altas tasas de biodiversidad: “Hay biodiversidad genética que es clave para mantener la resiliencia de los ecosistemas..., cuando hay pobreza de especies hay más posibilidades de que se mezclen entre parientes y se habla de pureza genética pero a su vez de debilidad ante los eventos del clima o los embates de cualquier patógeno”, asegura Chalén.

La ecología, la dinámica oceanográfica, la presencia de ecorregiones y la biodiversidad son factores positivos en la zona de estudio que causan que las especies tengan mayor resiliencia para enfrentar los cambios de temperatura.

Recursos en riesgo

La concha Spondylus calcifer, que tiene un valor histórico al ser usada como moneda de intercambio en la era prehispánica, y los pepinos de mar han sido diezmados en el mar territorial continental, donde están en veda permanente e indefinida. Ambos son ejemplos de pesquería colapsada en el Ecuador continental

Impacto de los desechos.

El plástico que llega al mar se convierte en microplástico y nanoplástico. Así entra a la cadena alimentaria y afecta a todos los organismos marinos del océano. (I)

El estudio indica que la pobreza extrema afecta al 6,6 % de la población de Manabí y al 6,5 % de los habitantes de Santa Elena. Foto: Cortesía © Gustavo Crespo (Conservación Internacional).