Casi a un mes de que se inicie la temporada de uvas en Ecuador, que es de julio a diciembre todos los años, existe optimismo entre los productores para el 2021, en cuanto a la producción, consumo interno y la exportación de la fruta, pese a que se trata de un producto joven en el país.

Y es que tan solo han pasado diez años desde que en el 2011 Ecuador realizara su primer envío a un mercado internacional, Colombia.

En la actualidad su principal mercado de destino es Inglaterra, que en el 2020 recibió 250 toneladas, seguido por la Unión Europea (EU), que importó 166,5 toneladas, además en los dos últimos años se ha exportado el 15% de la producción anual a Europa, según cifras de la Asociación de Productores de Uva del Ecuador (Apruec), un gremio también reciente, conformado en el 2018 y que actualmente representa a cinco empresas productoras de uva de mesa, segmento que abarca el 80% de la producción a nivel nacional, el 20% restante son uvas destinadas para la producción de vino.

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Otros destinos de las uvas ecuatorianas son Países Bajos, Rusia, Dubái y Catar.

Anthony Escudero, director de Apruec, señala que el 80% de la producción nacional se concentra en la provincia de Santa Elena y que actualmente se desarrollan ocho variedades de uva de mesa con fines comerciales a nivel nacional: RedGlobe, SweetGlobe, Arra 15 y 32, Allison, Ivory, Jack Salute, Sweet Celebration, aunque reconoció que la industria en Ecuador aún está en desarrollo.

El país cuenta con casi 200 hectáreas de cultivos de uvas, frente a otros de la región más desarrollados, como Perú con 25.000 hectáreas y Chile con más de 50.000, este último con más de 100 años de producción y el principal proveedor de uvas para el mercado interno ecuatoriano, que recibió el año pasado más de 14.800 toneladas desde ese país, que aportó el 77% del total de uvas que llegaron al Ecuador desde el exterior.

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Un análisis realizado en conjunto con el sector público en el 2019 reveló que el consumo per capita de uvas en Ecuador era de 1,13 kg/año y que entre el 2019 y 2020 se registró un incremento del 20,13% en las importaciones de uva de mesa procedentes de Chile, Estados Unidos, México e Italia.

“Esto indica que Ecuador ha sido un país acostumbrado al consumo de lo importado, es por eso que al ver uva nacional en mercados o perchas de supermercados causa cierta impresión al consumidor. Obtienes un producto fresco de haber sido cosechado”, resalta Escudero, quien destaca además que las cifras de producción y exportación de Ecuador también van en ascenso.

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En el 2020 Ecuador exportó 557,58 toneladas de uvas, 29,88% más que en el 2019 cuando salieron 429,30 toneladas. En cuanto a la producción, se estima que este año sean 3.000 toneladas, de 500 a 600 toneladas más que en 2019, lo que alimenta las expectativas de la industria que en lo va del año ya desarrolló un programa de ocho contenedores para venta local, un aproximado de 18.250 cajas, dijo Escudero.

Ecuador cuenta con casi 200 hectáreas de cultivos de uvas, el 80% se concentra en la provincia de Santa Elena. Foto: Asociación de Productores de Uva del Ecuador (Apruec)

Una de estas compañías es San Lucar, de la provincia de Santa Elena, que provee de la fruta a clientes nacionales como Corporación Favorita (Megamaxi, Supermaxi, Gran Aki, Aki, etc.), donde llega de manera directa, el mercado mayorista, Portal, y Tía a través de mayoristas, según Juan Donoso, gerente agrónomo de la firma, que a nivel internacional exporta a Alemania, Austria, Rusia, Catar y Emiratos Árabes.

En tanto, las empresas del sector buscan permanentemente nuevos mercados para colocar la fruta y también cuidar los que han logrado abrir, indica Escudero, quien señala que uno de los retos para mantenerse es sustituir o diversificar productos químicos por los de composición orgánica en sus procesos de producción, ya que las exigencias fitosanitarias de los países de destino, como los europeos, exigen minimizar el uso de químicos o reducción de las dosis de ciertas moléculas.

“La producción nacional está basada en una agricultura convencional y sostenible. Las fincas cuentan con certificaciones Global GAP y Tesco. Adicionalmente, nuestras exportaciones hacia la Unión Europea han cumplido en los últimos dos años con las exigencias de límites máximos de residuos (LMR) que se impone en el Reglamento de la Comisión del Parlamento Europeo”, asegura el director de Apruec.

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Además, también cuentan con la certificación estatal de Buenas Prácticas Agrícolas (PBA). Agrocalidad entregó dos certificaciones, en diciembre del 2020, a las empresas productoras Agrifrutti y Quilziolli, también ubicadas en Santa Elena.

Donoso coincide con el dirigente gremial, asegura que para poder llegar a los mejores mercados es necesario realizar estrategias de control de plagas y enfermedades entre productos químicos, orgánicos y biológicos.

“Nosotros buscamos cumplir con las exigencias de los clientes nacionales e internacionales, los cuales quieren una fruta de baja carga residual de químicos, esto debido a que cada día los consumidores quieren un producto más amigable con la salud y el medioambiente”, explica el gerente agrónomo de San Lucar, quien sin embargo descarta que la empresa busque producir uvas 100% orgánicas.

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Indica que se trata de agriculturas distintas, aunque reconoce que un producto orgánico tiene un valor más elevado y los consumidores de estos productos tienen un poder adquisitivo sobre la media. “Cualquier producto orgánico es más caro que uno convencional, y no todos están dispuestos a pagar más”, sostiene Donoso, quien asegura que siempre quieren trabajar lo menos posible con productos químicos.

Escudero también descarta esta alternativa, asegura que las fincas productoras están enfocadas a una agricultura tradicional y al momento no existe un interés de producir a escala comercial uva orgánica en el país, debido a que se requiere combatir ciertas plagas y hongos con agroquímicos y el costo sería muy elevado.

Sin embargo, sí están en busca de diversificar variedades. Escudero indica que una de las empresas agremiadas desarrolla un Test Block de una hectárea en el que se tienen más de 20 variedades bajo investigación para analizar su adaptación y desarrollo a los climas y suelos de la zona de Santa Elena, con el fin de continuar con el desarrollo e incremento de la superficie de las variedades que se reflejen rentables de producir en Ecuador. (I)