Joaquín Malaver cuenta los días. Su negocio de empanadas se desplomó desde que cerraron la avenida Napo, en el sur de Quito, para asfaltarla. Desde entonces, la afluencia de clientes disminuyó. “Si antes vendía unos 60 dólares diarios, ahora unos 20 o 25 máximo”, se lamenta. Con fortuna alcanzará a completar para el arriendo de este mes, pues mira que los trabajos en la avenida avanzan lento.