En la intersección de las calles Asunción y New York, en el centro de Quito, se erige un establecimiento que ha conquistado el paladar de locales y visitantes por más de dos décadas: Las Tripas de la Asunción.
Este lugar, que comenzó como un modesto puesto en la acera, es hoy un referente de la comida típica quiteña, especialmente de la emblemática tripa mishqui.
La historia de Las Tripas de la Asunción se remonta a hace 23 años, cuando María Amelia Singo, motivada por la necesidad de brindar una mejor educación a sus cuatro hijos, decidió emprender en el mundo de la gastronomía.
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“La historia de Las Tripas de la Asunción nació por necesidad. Por educar a mis hijos, porque yo trabajaba en la clínica Cotocollao. Entonces no me alcanzaba el sueldo y comencé a vender poco a poco”, relató María Amelia.
En sus inicios, ofrecía mollejas, cueritos, camarones y conchitas asadas. Sin embargo, fue la demanda de los clientes por tripas y alitas lo que definió el rumbo del negocio.
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Con apenas cuatro mesas en la vereda y enfrentando las inclemencias del clima, María Amelia perseveró gracias al apoyo constante de su clientela.
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Con el tiempo, el negocio creció. Hace doce años, María Amelia decidió arrendar el local donde actualmente opera, ampliando su capacidad a dieciocho mesas. Hace cinco meses, logró adquirir la propiedad, consolidando así su sueño de tener un espacio propio para su emprendimiento.
El éxito de Las Tripas de la Asunción radica en su sazón única, resultado de años de perfeccionamiento por parte de María Amelia. “Siempre hacía una sazón, probaba con otra sazón, hasta que quedó la definitiva que es la que mantenemos todavía”, comentó,
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Aunque cuenta con un equipo de 12 empleados, es ella quien personalmente se encarga de la preparación de la sazón, manteniendo en secreto los ingredientes que le dan ese toque especial.
La pandemia de COVID-19 representó un desafío para muchos negocios, y Las Tripas de la Asunción no fue la excepción. Sin embargo, la resiliencia de María Amelia la llevó a adaptarse rápidamente, implementando servicios de entrega a domicilio a través de plataformas digitales.
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Aunque tuvieron que cerrar las puertas al público durante quince días, continuaron operando a puerta cerrada, asegurando que sus clientes siguieran disfrutando de sus platos favoritos desde la comodidad de sus hogares.
Un menú que celebra la tradición
El menú de Las Tripas de la Asunción es un homenaje a la gastronomía quiteña. Entre los platos más destacados se encuentran las tripas asadas, que son intestinos animales marinados y asados al carbón, servidos con papas, mote y ensalada.
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También se ofrecen mollejas, cocinadas a la parrilla, crujientes por fuera y tiernas por dentro. Los cueritos, piel de cerdo asada hasta alcanzar una textura crocante, se acompañan de papas y mote.
Otros platos imperdibles incluyen las chuletas, jugosas y marinadas a la perfección antes de ser asadas; el pollo asado, pescado frito; y el tradicional caldo de 31, una sopa ecuatoriana que ha cautivado hasta los paladares más exigentes.
Cada plato es preparado con ingredientes frescos, adquiridos diariamente en el Mercado Central de Quito, donde María Amelia acude desde las 05:00 para seleccionar los mejores productos.
Gracias a este emprendimiento, María Amelia pudo brindar educación a sus cuatro hijos, quienes actualmente residen en Estados Unidos. Aunque ellos han tomado rumbos diferentes, el negocio sigue siendo una fuente de sustento y orgullo familiar.
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María Amelia aseguró que continuará trabajando mientras la salud se lo permita, aunque reconoció que sus hijos no están interesados en continuar con el negocio. La mujer es creyente por lo que agradece a Dios el éxito de su prosperidad.
Para quienes aún no han tenido la oportunidad de visitar este emblemático lugar, Las Tripas de la Asunción atiende de lunes a sábado, de 12:30 a 22:00, y los domingos de 12:30 a 21:00.
Para sus clientes, Las Tripas de la Asunción ha trascendido su función como restaurante para convertirse en un punto de encuentro donde convergen personas de diferentes estratos sociales y culturales. Las filas de vehículos estacionados a ambos lados de la calle son testimonio de su popularidad.
Además, la posibilidad de ordenar a través de aplicaciones de delivery ha ampliado su alcance, permitiendo que más personas disfruten de sus delicias culinarias.
Asimismo, según ellos, visitar este establecimiento es más que una experiencia gastronómica; es sumergirse en una historia de esfuerzo, tradición y amor por la cocina que ha enriquecido la cultura y el paladar de Quito por más de dos décadas. (I)